1. ¡Patrañas!

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Lo único que Jungkook quería gritar en este momento era: ¡Patrañas!.

Puras y nada simples patrañas.

¿Un cervatillo temeroso?

Mis...

¿Sin duda fácil?

¡Patrañas!

Iba pateando cualquier cosa que veía por la calle, piedras, basura, un poste que al patearlo le dio un gran dolor de pie y luego entre saltos pisó sin querer a un perro, el cual enojado lo siguió hasta su casa tratando de morderlo. Si no fuera por que era un buen corredor, juraría que aquel perro se hubiera quedado con alguna parte de su cuerpo, no quería pensar siquiera cual.

Después para mejorar su día, nótese el sarcasmo, resultaba que a sus padres les había llegado un comunicado diciendo que un 4.2 no sube a 6. Nuevamente... ¡Patrañas!

Y agregando la cereza al pastel, ahora que planeaba irse a dormir y poder terminar este horrendo día, se daba cuenta de que, ¡No había leche de plátano!

Él siempre tomaba leche de plátano antes de dormir, era su rutina desde... no se acuerda desde cuando, pero desde hace mucho era seguro.

Así que, hasta aquí llegamos, él mirando el techo, y pensando, ¡¿Por qué no hay leche de plátano?!

Y, también en todo lo que le pasó este día. Podría decirse que el mal comenzó apenas la profesora anuncio aquel proyecto. Pero tal vez, sólo tal vez, comenzó con él yendo a casa del rubio... y sólo, sólo un poco, una milésima de ese mal, era por su culpa.


Inicio flashback.
Narrador Omnisciente.

Sin duda esto era una mierda, el entrenador le había dicho que debía ir a su casa a estudiar, sí claro. Los rumores de sus relucientes notas ya habían llegado a los oídos de su entrenador. Ahora estaría una semana fuera de las canchas para tratar de mejorar sus calificaciones.

Y una de esas calificaciones que debía mejorar era la que involucraba tener un huevo entre él y el rubio. Maldita sea, si hasta sonaba raro.

Pero aquí estaba él, alistándose para ir a la casa de Park. Con su típica ropa, un pantalón deportivo negro y una polera, también negra. Agarró su celular, cartera, llaves y salió de su casa.

Después de quince minutos esperando el autobús, otros veinte viajando en este, y para finalizar, otros quince minutos tratando de encontrar la casa del rubio, quien no le había dado su número, así que tuvo que preguntar a las personas para saber como rayos encontrabas una casa con sólo un par de letras y unos cuantos números.

Resulta que las casas tenían un número y zona, quién lo diría, esas placas en la pared de su casa no eran una simple decoración.

Después de su pequeña travesía y estando veinte minutos tarde, al fin se encontraba en la casa del rubio. Una casa blanca de dos pisos con el techo azul marino y un jardín bastante agradable, "típica casa de los suburbios", bufó Jeon. Ahora resultaba que el niño rubio tenía bastante dinero.

Restándole importancia tocó el timbre, una parte de él espero que abriera un mayordomo o mucama, pero no, al parecer no había de eso. En su lugar un joven rubio fue quien abrió, y luego lo miró de arriba abajo.

-Busco a Park Jimin -respondió incómodo por su escrutinio, el hombre se veía unos cuantos años mayor que él, y también era algo más corpulento que él, sin contar que sus rasgos eran finos pero duros, era simplemente extraño e incómodo ser analizado por aquel sujeto.

-Oh, ¡Jiminnie! ¡Tu amigo vino a verte! -respondió gritando mientras volteaba su cabeza al interior de la casa, hablándole, o bueno, gritándole al que debería ser Park "Jiminnie" -pero no recibió respuesta, así que volvió su mirada a él, incomodándolo nuevamente.

Un hijo... ¡¿JUNTOS?! || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora