48. Adiós amor.

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Jimin no sabía como sentirse.
¿Feliz?
¿Emocionado?
¿Afortunado?
¿Como un maldito traidor?

Sabía que estaba actuando como un completo tonto. Un alma en pena en busca de la luz, eso era.

Pero algo dentro de él le impedía lanzarse al vacío, sentía algo atándolo, sujetándolo cada vez que intentaba salir de aquel lugar en donde estaba metido.

Debía avanzar.

Pero justo en este momento, sentado solo en su habitación, se sentía un traidor, un mentiroso, una farsa…

¿Cómo podía siquiera pensar en estar con alguien más?

Si le había prometido, a él, amarlo toda la vida, ¿cómo podía simplemente olvidarlo?
Si había jurado una y mil veces que nunca soltaría su recuerdo, y que si todo el mundo lo olvidaba, él nunca lo haría, que siempre lo recordaría y nunca quitaría sus fotos, prometiendo que nunca amaría a alguien más.

Había hecho esas promesas un año atrás, y ahora sus propias palabras lo estaban cazando.

Palabras que quiso retractar, sintiendo aún más culpa por desearlo.

Lo estaba olvidando, poco a poco y sin darse cuenta, su recuerdo había comenzado a desvanecer cual ocaso al llegar la noche.

Sin notarlo había olvidado su voz, sus facciones, los recuerdos ahora eran borrosos y lejanos.

Pero el amor seguía ahí, aunque no podía negar que ya no se sentía igual.

Era amor, lo sabía.

Pero ya no era igual que antes. Las llamas de fuego se habían apagado, y ahora solo había una pequeña fogata en el centro de su corazón, era cálida, pero ya no quemaba y tampoco ardía como antes.

Nunca creyó que este momento llegaría. Todos le dijeron que un día pasaría, pero él se negó a escuchar esas palabras.

Ellos no sabían como lo había amado, y mucho menos sabían como se sentía.

Pero ahora notó lo tonto que fue, supuso que no podían culparlo, solo fue joven.

Y mientras buscaba dentro de su corazón, intentando hallar alguna respuesta al porqué del cambio en sus sentimientos, la respuesta vino a él sin esfuerzo.

Una respuesta que tenía la forma de un joven muchacho de pelos negros, y el nombre de un chico que había besado con vehemencia.

Y como si las piezas hubieran encajado en su lugar, y sintiendo como si al fin hubiera encontrado la dirección correcta dentro del laberinto que ahora era su vida.

Vio su rostro, uno que sí podía recordar a la perfección. Unos ojos que lo miraban como si fuera lo mejor de este mundo y unos labios delgados que le mostraban una dulce sonrisa siempre que giraba a verlo.

Recordó sus palabras, con aquella voz que podía reconocer aún en susurros.

Y todo hizo "clic" en su cabeza.

Quiso llorar cuando la realidad lo golpeó tan de repente. Desestabilizando todo su mundo.

Las emociones rebasaban su cuerpo, todo pareció detenerse por unos segundos.

Ya no podía negarlo, lo había descubierto.

Y deseo reírse a carcajadas, pero el miedo evito que siquiera respirara correctamente.

Estaba enamorándose.

No supo cómo, ni desde cuando.

Pero lo estaba haciendo. Esa era la explicación a que los recuerdos de su antiguo amor ahora fueran un sentimiento de nostalgia y no de desolación.

Un hijo... ¡¿JUNTOS?! || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora