CAP 2

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Días después de mi encuentro con Draco Malfoy en la biblioteca, Pansy se las arregló para encontrarme en los pasillos, me empujó y murmuró cosas que apenas podía entender, pero que seguramente eran insultos. Yo, por otro lado, pretendía ignorarla. Camille decía que Pansy estaba molesta porque precisamente me había tocado Draco como compañero, y ella era su fan número uno. Por lo tanto, me culpaba de todo, como si yo quisiera robarle la atención de ese chico.

La mañana del viernes, antes de dirigirnos al gran comedor, se publicó un artículo en El Profeta en el que Rita Skeeter hablaba del Torneo de los Tres Magos y hacía especial énfasis en Harry. No era muy agradable su forma de redactar las cosas; incluso parecía un artículo sensacionalista. Muchos estudiantes creían al cien por ciento en la nota.

Esa tarde, Camille y yo nos encontrábamos en la lechucería. A pesar de la ventisca del clima, todo parecía estar calmado.

—Bueno, ¿dime qué te parece ahora? —le pregunté a Camille, pasándole una carta.

Camille tenía la gran habilidad de redactar y escribir cartas o ensayos, y esta ocasión era especialmente particular porque mi abuelita Olivia estaba de cumpleaños. Necesitaba de su gran ayuda para que quedara perfecta. Además de felicitarla, le contaba en detalle lo que había sucedido en el colegio.

—Sí, me parece que quedó bien.

Le sonreí con alegría y guardé la carta en un sobre. Luego, se la di a mi lechuza Ice para que pudiera entregársela a mi abuela. Yo era su única nieta por parte de papá, y por lo tanto, no podía faltarle mis palabras. Necesitaba alguien con quien chismear porque mi abuelo hablaba muy poco, y sabía que ella estaba más que aburrida encerrada en su casa.

Al salir de la lechucería, nos dirigimos al jardín para encontrarnos con Thomas, quien ya nos estaba esperando.

—Necesito contarte algo —dijo Camille casi en un susurro. Cuando volví la vista hacia ella, todo su rostro se enrojeció.

—¿Qué pasó?

—Bueno, he estado hablando con un chico de Durmstrang.

Levanté las cejas de asombro y me detuve.

—¿Y por qué no me lo contaste antes? —mi voz salió un poco estridente.

—Porque no hemos estado solas —dijo Camille riendo ante mi reacción—. Es muy tierno, ¿sabes? Su nombre es Egil Tryggvason, y para ser sincera, aún no entiendo cómo se fijó en mí.

—¿Y por qué no? Eres una chica muy linda, y no lo digo solo porque seas mi amiga.

—Es que a veces puedo ser un poco tímida, y bueno... ya sabes, hay chicos como Draco o Pansy que... tú has escuchado lo que ellos dicen.

Hice una mueca al escuchar sus nombres, suspiré y aminore mi marcha al ver que nos acercábamos al jardín.

—Te he dicho muchas veces que no debes prestar atención a nada de ese par. Ellos no van a cambiar nunca, creen que todo gira a su alrededor y se creen superiores cuando nunca lo han sido. ¿Qué puedes esperar de alguien así?

—Entonces no crees que es ridículo que alguien de Durmstrang hable conmigo?

—Lo ridículo es que sigas prestando atención a lo que te dicen esos Slytherin. Tienes gente a tu alrededor que te aprecia mucho. Espero que la próxima vez que me hables de Egil sea para contarme que te pidió matrimonio.

Las dos soltamos una fuerte carcajada. Camille me dio un empujón y negó con la cabeza.

—Apenas somos amigos. Estás loca si piensas que a mis catorce años me voy a casar.

Perdida en tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora