CAP 23

15 0 0
                                    

Cuando intenté decir algo mi voz salió ahogada. Era una sorpresa inusual.

—¿No piensas decir nada? —bromeó Draco con una sonrisita tierna.

—Estás aquí —¿De verdad era él o solo lo imaginaba?

Lo miré con tanta intencidad, su aspecto era increíble, se veía guapísimo con ese traje negro y su peinado tan arreglado que resaltaban sus facciones. No sabía cuánto lo había extrañado hasta ahora que lo tenía en frente, era una sensación difícil, mi corazón empezó a palpitar a mil.

—No puedo creer que estés aquí —me lancé a sus brazos a lo que él me correspondió envolviéndome en sí.

El olor de su perfume me elevó hasta el cielo, tampoco sabía que se podía extrañar tanto un aroma. Ahora entre sus brazos me sentía completamente feliz. Estaba anonadada de que se encontrara justo en mi casa pero... esperen ¿cómo es que había llegado? Me despegue lentamente y lo observé, Draco seguía con su sonrisa encantadora que me traía loca.

—¿Qué haces aquí?

—¿No te gustó la sorpresa? —arqueó una ceja a modo de juego.

—Claro que sí, pero es lo último que esperaba —él me mostró una sonrisa juguetona como si le pareciera gracioso.

—Ya lo sé, quería verte y...tengo un regalo para ti, no quería mandártelo por lechuza. Me parece que algo especial lo debía entregar yo mismo.

Me cruce de brazos y lo mire con suspicacia. Ahora estaba confundido por mi reacción. Lo cierto era que estaba al borde de perder la cabeza. Sin duda, este era el Draco real, no esa persona hostil y malhumorada que caminaba por los pasillos de Hogwarts insultando a quien se cruzara en su camino.

—¿Esto no se trata de una broma? Porque si es así, lo descubriré. —Draco entendió que estaba bromeando y soltó una risita divertida.

—Vamos, Gall, no es broma. Vine hasta aquí para darte una sorpresa y tú dices que no soy el verdadero Draco.

—Para serte sincera, también te extrañé. No es lo mismo hablar por cartas que en persona.

—Me gustaría quedarme más tiempo, pero no puedo. Mamá está haciendo algunas visitas y aproveché que mi padre no está en casa para venir.

—¿Te escapaste?

—Aaaah, algo así -rio y se encogió de hombros —. Le conte a mi madre, no puso tantas objeciones, pero me advirtió que debo encontrarla en el callejón Diagon en veinte minutos. Además, no creo que tu familia me quiera aquí —murmuró observando la puerta entreabierta.

—entonces...¿ya les contaste?

—Sí, de otro modo no habría venido —admitió.

—¿Y qué te dijeron?

—Ellos...

Draco fue interrumpido por la voz de mi abuela Olivia, que abrió la puerta de un tirón.

—Gall, ¿quién es? —preguntó con alegría, pero su rostro se descompuso en cuanto vio al chico rubio frente a mí.

—Aaamh, a... abuela —tartamudeé—. Te presento a... Draco.

Draco me miró preocupado, a lo que yo le respondí con un gesto de que no sabía qué pasaría a continuación. La abuela lo miró y lentamente él abrió la boca para saludarla.

—¿Cómo está... señora? —Draco tampoco pudo terminar porque la abuela volvió en sí mostrando una amplia sonrisa.

—Draco Malfoy —articuló su nombre con lentitud, poniendo énfasis en cada letra—, qué gusto que nos visites, mi nieta ya nos habló de ti.

Perdida en tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora