CAP 25

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Camille y Thomas llegaron a la enfermería minutos después. Draco me miró y rodó los ojos desde su puesto. La señora Pomfrey lo había mandado afuera, pero él decidió sentarse sobre una cama vacía junto a la puerta. Yo también estaba sentada en una de las camas con un chocolate a medio comer en la mano.

—¿Qué pasó, Gall? ¿Snape fue muy duro contigo...? —carraspeé con fuerza para que Camille no dijera nada importante. Los dos se giraron hacia Draco, quien fingía mirar distraído por la ventana— Aaamh, en la clase de pociones —intentó fingir, no muy bien debo decir. Thomas puso los ojos en blanco y yo les sonreí.

—Estoy bien. Draco insistió en venir. Solo me mareé un poco —él me miró y sonrió ligeramente. Se cruzó de brazos mientras intentaba no estresarse.

—Nos preocupamos —Thomas bajó la voz para que solo nosotras lo escucháramos—. ¿Fue muy pesado?

—Yo se lo dije —murmuré y continué ahora en un tono normal—. Lo que me sorprende es que los chismes corren rápido.

—Es normal, tomando en cuenta a quién traías a tu lado, ¿no?

—No debería ser así, pero bueno... estoy bien... —fui interrumpida por la señora Pomfrey.

—Términate el chocolate, Grant, y podrás irte. Estabas baja de azúcar. En la cena quiero que comas muy bien y no solo postre —Thomas y Camille se apartaron para que ella pudiera pasar, Draco también se acercó—. Los estudiantes de quinto año descuidan mucho su salud por estar encerrados estudiando para los T.I.M.O.S. No debería ser así.

Fue un regaño general hacia todos los presentes. Nos miramos uno a uno. Me metí rápidamente el chocolate restante en la boca y mastiqué con rapidez. Me bajé de la cama de un salto y, debido al impacto, trastabillé hacia atrás. Aunque aún no me había recuperado por completo, agradecí que la cabeza ya no me estallara de dolor. Todos se sobresaltaron, pero la señora Pomfrey me sostuvo sin mucho esfuerzo.

—Y después del almuerzo, descansa.

—Pero...

—Si no lo haces, lo sabré y pediré que te traigan aquí, ¿de acuerdo? —asentí—. Bien, vayan a cenar —fue una orden, así que los cuatro salimos deprisa.

Me sorprendió que durante todo el trayecto hacia el comedor ninguno de los tres chicos soltara alguna palabra, especialmente hablando de Draco y Thomas. Aunque era obvio que en sus mentes se decían alguna que otra grosería. Cómo desearía que las cosas fueran diferentes. ¿Qué habría pasado si desde el primer año hubiéramos entablado una buena relación? Pero claro... Si yo lo intentaba, o incluso Thomas o Camille, ninguno de nosotros hubiera salido bien parado. Draco era muy reacio hacia cualquiera que considerara inferior a él. Y Camille, simplemente, por tener padres muggles, recibía un trato brusco de su parte. Yo no podía permitirlo, la defendía con todo lo que podía. Y para empeorar las cosas, Thomas también intervenía, lo cual generó un quiebre a una posible relación. Ahora la cuestión era que no podíamos retroceder el tiempo, y a pesar de que intentaban no explotar el uno con el otro frente a mí, era casi imposible que llegaran a tener al menos una buena relación. Si Draco y yo éramos polos opuestos, ni se diga de mi amigo.

Cuando llegamos a las puertas del gran comedor, Camille se llevó a Thomas hacia la mesa. Él entendió y la siguió sin chistar. Nos estaban dando un momento antes de ir cada uno a nuestras mesas.

—¿Te sientes mejor? —preguntó Draco acercándose más. Mi estómago volvió a dar un brinco de nervios.

—Sí —respondí en voz baja.

—¿Es verdad lo de las clases extra?

Permanecí con el rostro serio y los ojos fijos en él para parecer más convincente. Necesitaba que me creyera a toda costa. No pondría en juego nada de esta situación. Aunque después de lo que me dijo el profesor Dumbledore, me entraba la duda de si Draco era un Legeremante, era poco probable. Ya se hubiera enterado de las reuniones del E.D., así que por ahora descartaría esa posibilidad. Pero no bajaría la guardia.

Perdida en tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora