CAP 26

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A la mañana del sábado siguiente, solo quería que el día terminara. Todo se debía a que jugaríamos contra Hufflepuff y ninguno de nosotros estaba lo suficientemente preparado. Antes de que Camille o Thomas se despertaran, me escabullí fuera del castillo para evitar que me obligaran a desayunar.

Al llegar a los vestidores, me di cuenta de que no era la única que había hecho esto. Parecía que todo el equipo quería escapar. Estábamos desanimados, como globos desinflados. Angelina intentó animarnos con palabras eufóricas, pero apenas encontrábamos fuerzas. Cuando finalmente llegó la hora del partido, nos armamos de valor y salimos con la frente en alto.

Por suerte, el partido duró solo veinticinco minutos, fue el más corto hasta ahora, y debo decir que fue un completo desastre. Empezando por Ron, que falló varias veces. Luego, Sloper, en lugar de golpear la bludger, golpeó a Angelina en la boca con el bate. Aun así, ella siguió con todo el ánimo del mundo. Por último, Kirke montó un espectáculo digno del cine. Se puso a gritar segundos antes de que Zacharias Smith pasara zumbando frente a él y cayera de espaldas de su escoba.

Finalmente, logré atrapar la Snitch con mucho esfuerzo cuando esta pasó volando justo por debajo de Summerby, el buscador de Hufflepuff.

"No estuvo tan mal, perdimos solo por diez puntos", dijo Angelina al final del partido. El resultado final fue de doscientos cuarenta a doscientos treinta.

Más tarde, cuando el campo quedó completamente vacío, corrí hacia la sala común, donde reinaba un completo silencio. Parecía un funeral. Todos teníamos el ánimo por los suelos y yo moría de vergüenza.

—Buen juego, lo hiciste bien —dijo Harry. Pero negué con la cabeza, sabiendo que no fue así.

—Tuve suerte, Harry. La Snitch estuvo algo lenta y Summerby estaba resfriada, por eso no la vio. Espero que puedan volver pronto.

—Pero nos suspendieron de por vida.

—Es solo hasta que Umbridge se vaya de aquí. El próximo año volveré a hacer las pruebas para cazadora. Creo que esto no es para mí —dije con pesar—. En fin, Angelina está convencida de que debemos esforzarnos más —murmuré señalando a Ron con la mirada.

Sin decir más, me fui casi arrastrándome hasta mi habitación. No quería hablar con nadie más. Me sentía frustrada. Me imaginaba lo satisfecha que Umbridge debió sentirse al vernos hacer el ridículo. Todo era su culpa y también de Goyle por ser un niñito llorón. No los soportaba.

Intenté no pensar más en eso y vaciar mi mente para poder dormir tranquila, como Snape había ordenado. Necesitaba estar relajada para poder seguir con la Oclumancia. Pero ¿cómo? Con tantas emociones, el acto resultaba imposible.

No sé a qué hora me quedé dormida, pero desperté de sobresalto a medianoche. Todo a mi alrededor estaba oscuro, mis compañeras ya dormían. Miré a Camille, parecía muy tranquila. Sentí algo de envidia por su serenidad al dormir. También me gustaría estar así. Si no fuera por las recurrentes pesadillas que se apoderaban de mi.

Me levanté sigilosamente y bajé hasta la sala común. Todo estaba en completa calma, apenas iluminado por la chimenea que seguía encendida. Decidí salir de ahí; necesitaba aire fresco a pesar de que hacía mucho frío afuera. Me cubrí con la capucha de mi buzo y, con mucho cuidado, atravesé el cuadro de la Dama Gorda. Tenía que ser cuidadosa para que nadie me encontrara.

—Vaya, parece que alguien está rompiendo las reglas —casi resbalé por las escaleras debido al susto. Me tapé la boca con la mano para no soltar ningún ruido. Era Draco, escondido en las sombras.

—¡¿Qué haces aquí?! —susurré acercándome a él. Me miraba con su típica sonrisa socarrona.

—Eso te pregunto yo. —No respondí de inmediato, me crucé de brazos y suspiré.

Perdida en tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora