CAP 28

1 0 0
                                    

Escuché un leve canto de pájaros. Me moví un poco para tratar de acomodarme, pero sentía el colchón duro. Volví a moverme y fue entonces cuando sentí a alguien junto a mí. Moví mi mano palpando a la persona a mi lado y lo que sentí fue un pecho firme. Abrí los ojos lentamente y me encontré a Draco dormido. Sin poder evitarlo, una sonrisita tonta se formó en mi rostro. Se veía tan tierno. Su rostro relajado y su cabello despeinado denotaban despreocupación, como si dormir fuera su escape.

Fruncí el ceño, confundida. ¿A qué hora nos habíamos quedado dormidos? Miré a mi alrededor y vi que seguíamos en nuestro escondite. Casi grité cuando vi, a través de una abertura en la cortina, el exterior. Estaba a punto de amanecer, el cielo oscuro se reemplazaba por un celeste claro, como si ambos colores compitieran por dominar el horizonte.

—Draco —murmuré, sacudiendo con cuidado su hombro—. Draco...

—Mmmh —gruñó.

—Tienes que despertarte —susurré para no sobresaltarlo—. Está amaneciendo.

—Gaaall, déjame dormir —murmuró.

—No, ya tienes que levantarte.

Draco suspiró y, sin previo aviso, extendió un brazo para jalarme hacia él, haciéndome quedar sobre su pecho. Me envolvió en un fuerte abrazo para evitar que me moviera.

—Draco, por favor —dije en un tono más alto.

—No quiero irme.

—Pero está amaneciendo y tenemos clases. Si nos encuentran aquí...

—Nadie va a encontrarnos aquí —sonrió sin abrir los ojos.

Suspiré y logré que aflojara su abrazo. Apoyé mis brazos sobre su pecho para poder posar mi cara cerca de la suya.

—Draco...

—¿Desde cuándo eres tan miedosa? —Draco pasó un brazo tras su cabeza y con el otro siguió aferrándose a mi cintura, acariciándome con lentitud.

—Oye... no soy miedosa.

—¿Entonces por qué tanto apuro de irnos?

—Porque ya está amaneciendo —susurré, soltando las palabras con mayor énfasis y en un tono alegre.

—Necesito una buena razón. —No respondí de inmediato; sonreí y negué con la cabeza mientras observaba su perfecto rostro—. Vamos, Grant.

—¿Regresamos a los apellidos? —Draco rió por mi broma, seguía con los ojos cerrados—. Ok, una buena razón sería que si nos encuentran o sospechan que pasamos la noche juntos...

—Pero no hicimos nada —dijo en un tono divertido.

—Ellos no lo saben.

—Ellos no me importan.

—¿Y las clases? —dije entre risas.

Empecé a jugar con un mechón de cabello sobre su frente. Draco mostró una pequeña sonrisa por esto.

—Tampoco me importan.

Esta vez le di un golpecito en el hombro. Abrió los ojos de golpe y me miró, sorprendido y divertido a la vez.

—Eres un mentiroso, claro que te importan, y a mí también. Si no entro a Defensa, esa loca me va a castigar.

Draco gruñó, dejando caer la cabeza nuevamente al suelo mientras se tapaba la cara con la mano libre.

—Es cierto, lo olvidé por completo —dijo frustrado.

Empezó a incorporarse mientras me ayudaba a sentarme con cuidado. Draco suspiró y me miró abatido; la expresión relajada de hace un momento se había esfumado. Pasé una mano por su cabello sin lograr peinarlo ni un poco. Draco tomó mi mano para plantarme un beso en los nudillos con delicadeza.

Perdida en tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora