CAP 16

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GALLERY

A la quinta hora, tuve que regresar corriendo a mi habitación por mi libro de Defensa contra las Artes Oscuras que había dejado sobre mi cama. Ya era tarde y en los pasillos no estaba ni mi sombra. Maldije en silencio y seguí corriendo; no me imaginaba lo que esa profesora loca me haría por esto; a Harry ya lo había castigado varias veces, no me gustaría ser la próxima.

Al acercarme más y más a la puerta del aula, escuché pasos que venían tras de mí. Me detuve de inmediato, con el corazón hecho un manojo de nervios, creyendo que el profesor Snape me había visto y ahora venía tras de mí para darme un castigo y quitar puntos a Gryffindor. Pero al girarme, me encontré con la sorpresa de que era Draco, que parecía tener prisa al igual que yo.

—Gall —dijo con la voz entrecortada—, ¿qué haces fuera del aula?

—Supongo que lo mismo que tú —bromeé con una risita baja.

—Claro, es lo más obvio —se frotó el cuello con la mano, dejando ver su nerviosismo.

—Creo que tendremos problemas —susurré; él volvió a sonreírme.

—No te preocupes, se me ocurrirá algo.

Tomó mi brazo con delicadeza y me llevó hasta el aula, donde tocó la puerta y, sin esperar respuesta, la abrió. Todos en la clase nos regresaron a ver con ojos curiosos, incluida la profesora Umbridge, que mostraba esa sonrisita fastidiosa que no me cabía en la cabeza.

—Malfoy, Grant —dijo ella con su voz dulzona, que me provocaba náuseas; tal vez estaba exagerando, pero todo en Umbridge era irritante—. ¿Por qué llegan tarde? Tendré que ponerles un castigo.

—Fue mi culpa, profesora —los ojos de todos se abrieron por la sorpresa de que Draco se estuviera echando la culpa.

En la esquina del salón, Pansy me observó furiosa; no le agradaba nada la idea de que Draco estuviera precisamente conmigo.

—¿Qué es lo que sucedió, señor Malfoy? —preguntó la profesora sin apartar su sonrisa.

—Pues... Snape me pidió que llevara algunas pociones a su clase, Gallery me ayudó —lo dijo como si le aburriera contar la historia.

—Bueno, en ese caso, no veo que sea culpa suya, pero espero que no se vuelva a repetir, porque de lo contrario el castigo no pasará por alto, ¿verdad, señorita Grant? —el comentario estaba más que obvio dirigido solo a mí.

Draco se percató de esto y deslizó su mano por mi brazo hasta llegar a mi mano. Mi corazón se detuvo un segundo por el contacto, un gesto que nadie notó, pero era un mensaje consolador.

—Sí —fue lo único que respondí.

—Bien —soltó una risita y miró de un lado al otro—. Entonces, tomen asiento.

Draco y yo nos dirigimos rápidamente hacia las últimas mesas y nos sentamos juntos. Lo miré de reojo, agradeciéndole; si no fuera por él, tendría que someterme a los castigos de la odiosa profesora.

—Gracias —le susurré.

—No hay de qué.

Al mirar al frente, Camille se giró para hacerme gestos de sorpresa mientras señalaba a Draco. Él se dio cuenta de esto y la observó con el rostro confundido. Camille dejó de hacerlo y lo saludó con el rostro más serio que le era posible. Tuve que contenerme para no echarme a reír.

—No entiendo qué está pasando, pero veo que empiezas a agradarle a Camille —le comenté.

—No lo creo. Ha habido tantas veces que la he molestado que dudo que pueda llegar a agradarle.

Perdida en tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora