CAP 7

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A pesar de que el Baile de Navidad había terminado, los estudiantes de Hogwarts seguían comentando lo maravilloso que había sido. A veces, yo también lo hacía, pero me resultaba difícil contenerme cuando pensaba en Draco Malfoy. En ciertas ocasiones, sentía la necesidad de compartirlo con alguien.

El lunes, a primera hora, todos estábamos en clase de Herbología. La profesora Sprout daba instrucciones sobre los Bulbos Rebotadores y cómo controlarlos, pero Camille no dejaba de susurrarme comentarios extraños sobre el baile. Obviamente, intentaba obtener información y, siendo completamente sincera, era la primera vez que deseaba que se callara y se alejara de mí, al menos por un par de horas, hasta que decidiera hablar de otra cosa.

Era casi imposible prestar atención a la profesora, y más aún si me esforzaba por aparentar tranquilidad, como si los comentarios de Camille no me afectaran. A veces, Thomas le daba pequeños toques en el hombro para que guardara silencio, pero ella ni siquiera le prestaba atención. Era más importante averiguar la verdad.

—Bien, ahora necesito que ustedes lo hagan. Recuerden, con mucho cuidado —dijo la profesora Sprout al finalizar su explicación.

Jamás me había sentido tan nerviosa en una clase, pero esta vez había perdido casi toda la explicación. Necesitaba confiar en mi intuición para sacar un Bulbo Rebotador. No debería ser tan difícil, solo apretar con fuerza y no dejarlo caer. ¿Qué tan difícil podía ser?

—Sabes, Gall, muchos preguntaron dónde estabas después del baile, porque nadie te vio en la sala común —pero qué molesta estaba Camille.

Miré de reojo a mi amiga y noté que Thomas también lo hacía. Lo último que necesitaba era otro curioso.

—Ah, pues seguro que sí, porque no había nadie más.

Camille apretó los dientes y sonrió.

—Cierto, es que... bueno, nada.

Lancé un suspiro de frustración. Agarré el tallo de uno de los bulbos con fuerza y traté de sacarlo, pero Camille siguió acosándome.

—Bueno... no sé.

Apreté la mandíbula y me reprendí a mí misma.

—¡¿Qué?!

—Nada, nada.

—Camille, déjala en paz. No sé por qué has estado así toda la mañana —susurró Thomas, obviamente molesto, al igual que yo.

Miré a mi alrededor a los chicos que comenzaban a sacar los bulbos con mucho cuidado. Encontré a Draco al otro extremo y traté de evitar su mirada durante toda la hora.

Volví a concentrarme en mi tarea.

—Yo no la molesto, y tú no te metas.

—Camille, yo sé que te encantó el baile, pero ¿a dónde quieres llegar? —pregunté, mirándola con enojo y con mi mano envuelta en el tallo verde.

—A ninguna parte, pero... —Ella suspiró y bajó la voz para que solo yo pudiera escucharla— sé que no estuviste en la sala común. Te viste con alguien más, ¿verdad? No entiendo por qué no me lo quieres contar, soy tu mejor amiga.

Tragué saliva e intenté mantener mi voz firme.

—No vi a nadie más. Tienes que dejar eso de lado.

Algunos de mis compañeros luchaban por mantener los bulbos bajo control en sus manos. La señorita Sprout intentaba mantenernos en calma y darnos confianza.

Camille se acercó un poco más y volvió a susurrar. Yo preferí mantenerme firme en mi puesto sin mirarla.

—Draco tampoco estaba en el baile, lo sé porque Pansy lo buscaba.

Perdida en tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora