En un tablero, donde la diferencia entre la vida y la muerte lo es todo, una joven había logrado tener ese mundo a sus pies.
Yuna creía poseerlo todo,
¿Quién diría que le faltaba un rey?
Chishiya x OC
ALICE IN BORDERLAND S1 & S2
#1° En Alice in bord...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
SHIBUYA
"No puedo imaginarme un mundo sin ti"
_______________
Las calles de Shibuya gritaban mi nombre a cada paso que daba, moviéndome entre aquel mar de gente con rapidez y agilidad. Pudieron haber pasado horas más que minutos, pero para mí se sintieron como simples segundos en los que no pensaba en otra cosa que no fuera él.
La música resonaba por las calles y el murmullo producido por el gentío conseguía camuflar a la perfección el sonido del tráfico.
Mi ceñido pantalón me permitía mantener esa agilidad, mientras que la sudadera negra por debajo de la cazadora no hacía más que sobrarme. Demasiada ropa para un día como aquél.
Sin saber cómo, conseguí llegar a la velocidad de la luz, rezando para que no fuera demasiado tarde. Bajé hasta el camino que llevaba a la cara oculta del puente, escuchando sus risas y burlas, sintiendo la ira hirviendo bajo mis venas como puro magma volcánico. Mi mirada volaba en todas las direcciones, buscando la fuente de aquellas risas ordinarias que resonaban por toda la estructura de piedra y metal.
Entonces los vi, con sus mochilas y demás bolsas descansando sobre la tierra, formaban un semi circulo a su alrededor, como hienas acechando a su presa. Algunos portaban ridículos bates de beisbol, aquellos que les hacían sentir más hombres, más fuertes.
- ¡Eh, apunta bien! - gritó uno de ellos, llamando mi atención, haciendo que mi cuerpo comenzara a moverse en su dirección. Armada con mi silencio y sigilo.
- ¡Dale fuerte! - otro de ellos.
Apártate, Niragi, apártate joder...
Entonces, el más imponente de todos golpeó una especie de pelota más dura que una de beisbol, haciendo que esta rebotara en su delicado rostro con tanta fuerza, que incluso sus gafas cayeron al suelo, al igual que todo él, siendo derribado de una forma humillante y rastrera.
Ante ese golpe tan certero, todos comenzaron a reírse sin piedad ninguna, como simios primitivos y despreciables, sin una pizca de humanidad en sus cuerpos.
Él estaba arrodillado en el suelo, llevando una mano hasta el lado de su cara más golpeado, aquel que brotaba sangre de su nariz y de entre sus labios. Mi corazón dolió tanto en aquel momento, que incluso unas pequeñas lágrimas se habían desprendido de mis ojos, esas que limpié rápidamente con la manga de mi sudadera.
- ¡Eh, te dije que no te movieras! - gritó uno de sus supuestos compañeros de clase antes de explotar en risas.
Mi respiración comenzó a acelerarse a cada paso que daba, dejé mi bolso sobre una roca en mi camino, pero ni siquiera me importaba, pues en aquel momento nada era ni blanco ni negro para mí, ni mucho menos gris, era rojo, un rojo sangre nublando mi vista ante las ansias de venganza y tortura.