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JOTA DE CORAZONES

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JOTA DE CORAZONES

"Amarrado con una correa que lleva tu nombre"
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"Quedan 10 minutos."

"El Equipo del Rey de Tréboles tiene una ventaja de 500 puntos."

La mano de Niragi se mantenía enterrada en mi cabello con firmeza, enredando sus dedos entre cada mechón de mi pelo para poder tirar de él con mayor fuerza y precisión. Obligándome a alzar la cabeza para vernos mejor, más de cerca y sin ningún tipo de escape posible por mi parte.

Como solía hacerme en esas lascivas y sucias ocasiones protagonizadas por nuestro sexo más salvaje e incestuoso.

La presión de su cuerpo a horcajadas sobre el mío me oprimía con dureza, encerrándome prisionera de su locura y de su eufórico vigor.

Por pura inercia y al ver mis manos libres después de tanto tiempo, las llevé con rapidez hasta su muñeca, aferrándome a ella con la poca energía que me quedaba. Enterrando las uñas en su piel para ver si, de esa forma, conseguía que Niragi me soltase o, al menos, que redujese el daño que sentía en mi cuero cabelludo. 

Sin dejar de retorcerme de dolor ni un solo momento ante la violencia de sus golpes, pero intentando al mismo tiempo mantener viva a toda costa mi cruda fortaleza, que cada vez se sentía más desalmada y deshecha.

- Te voy a sacar ese crío a golpes, Yuna. - clamó sobre mi rostro entre risas lunáticas, sacando y deslizando la lengua a lo largo de mi mejilla izquierda como un animal, antes de seguir hablando directamente sobre mi piel. - Pero antes... Te follaré tan duro, que lo último que recordarás de este puto mundo será sentirme dentro de ti.

Todo mi cuerpo se estremeció con pavor y repugnancia ante sus palabras, vibrando, temblorosa, pero con la mirada completamente ciega de ira. Casi derrotada por todo el dolor que sus golpes me habían provocado.

El cansancio y el daño que sentía mi cuerpo era casi inhumano, la impotencia de tener a mi propio hermano haciéndome y diciéndome algo tan sumamente asqueroso me mataba; y mi propia cabeza había comenzado a dar vueltas, mareada y confusa, al sentir semejante odio por medio de esos golpes y puñetazos que querían acabar conmigo.

Sin embargo, nada de eso impidió que mi mirada siguiese clavada como dagas en la suya, que mis labios comenzasen a curvarse en una sonrisa y que, a los segundos, mi garganta emitiese carcajadas como reacción a las palabras de Niragi.

Burlándome malévolamente de él. 

Expandiendo la euforia y la cólera como una enfermedad por todo su cuerpo.

Y desde luego que mi mellizo no esperaba una reacción semejante por mi parte. No esperaba tal resistencia al dolor, ni mucho menos sonrisas y risas tan cargadas de maldad saliendo de entre mis labios. 

DAMA DE PICAS; ChishiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora