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IRETE HOSHII

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IRETE HOSHII

"Métemela"
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La frialdad de la noche había dejado paso a una mañana completamente abierta, dominada por una calidez extrema. Con los primeros rayos dorados y blancos de luz domando cada oscuro rincón. Cada celda y a cada reo, pendiente de una condena casi perpetua.

Sin embargo, el intenso ardor que había dominado mi cuerpo constantemente, durante toda aquella larga y viva noche, aislándome de un frío tan atroz; parecía haberse desvanecido como por arte de magia. De un momento a otro y con una cara efímera, pero indefinida.

Y no necesité pensar o meditar demasiado para darme cuenta que, la distancia tomada de por medio con Chishiya, era la culpable de ello. 

Porque él no solo me transmitía un sentimiento de protección desmedido, un amor de carácter asesino y una atracción sin miedo; también me transmitía el calor que alimentaba mi piel. 

Que me aislaba del frío lejano que algún día pude sentir.

Que me dominaba por completo en un estado de enamoramiento ciego y sinigual.

Sola de nuevo y con la muerte reciente de Ippei nublando gran parte de mi juicio, caminé de forma lenta y ciertamente distraída a lo largo de los numerosos pasillos de la prisión. Perdida en mis pensamientos, mientras me dirigía a la sala central. 

Con una sonrisa victoriosa y jugosa todavía sobre mis labios. 

Esa sonrisa provocada por mi propio atrevimiento. Fascinada por mi propia valentía a la hora de plantarle cara a Chishiya.

A la hora de hacerle ver que yo no era tan manipulable como él quería creer.

Que yo era la puta Dama de Picas, una zorra demasiado astuta para un simple felino como él.

Chishiya era un maestro del juego, muy observador y demasiado perspicaz. Capaz de dominarte, doblegarte y anticiparse a tus movimientos con tan solo una fría mirada y un poco de cálculo matemático-mental.

Él no era un jugador fácil, ni mucho menos un rival al que desear plantar cara y yo lo sabía perfectamente. Lo supe antes de involucrarme con él de un modo tan jodidamente intenso. 

Arriesgándome a quemarme en su fuego, a caer en su juego. 

Atreviéndome a amar a una persona como él que, a veces, parecía desconocer completamente el significado de la palabra amor. Una persona que seguía a mi lado de forma automática, como quien participa en un juego.

Chishiya era pura frialdad desmedida, pura lógica y puro intelecto. Tres rasgos infalibles de su persona que me hicieron enamorarme de él, capaces de doblegar esa fuerza física suya casi nula. 

DAMA DE PICAS; ChishiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora