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HENTAI

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HENTAI

"¿Crees que puedes escapar de mí?"

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La inteligencia de mi mujer era un placer exquisito que a mí siempre me fascinó. 

Un placer fiero que deshizo mi letal indiferencia y que removió todo mi cuerpo por medio de un magnetismo genital inigualable.

Que me arrastró a sus garras de gata gravemente herido por su amor. Por el placer que toda ella despertaba en mí.

Porque Yuna era placer visual, placer cárnico, placer lascivo, olfativo y sexual.

Porque Yuna era seducción pura y satisfacción ardiente.

Porque no había nadie en ningún otro mundo que me incendiase como ella lo hacía. Jugando conmigo, controlándome, haciéndome olvidar sin que yo fuese consciente de ello.

Manipulándome mientras yo luchaba por manipularla a ella.

Si es que éramos los amantes perfectos. Una pareja letal. Y, en un Juego de Corazones, la combinación completa de intelecto, fuerza y control. 

Yuna era sumamente elegante. Y esa misma elegancia era criminal, pues, en lugar de permitirme concentrarme en el juego, lo único que hacía era distraerme con su sexo más caliente. Humeante. Suplicando mi atención.

Y el simple hecho de resistirse a los placeres de su boca... Eso sí que suponía un verdadero reto.

Su lengua se deslizaba a la perfección a lo largo de la piel de mi abdomen, suave y caliente, repasando cada mínima cicatriz tatuada en mi cuerpo, así como también la línea de vello fino que se deslizaba desde mi ombligo a lo largo de mi bajo abdomen, hasta hacerse uno con mi propio vello genital. Repasando con sus besos cada músculo ligeramente marcado y cada una de esas zonas sensibles que, bajo el toque húmedo y lascivo de su lengua, me hacían temblar. 

Jadear en pleno descontrol.

Perdido en demasiado placer, fuera de mí mismo.

La sentía ronronear sobre mi dermis como gatita en celo, mientras sus manos inquietas seguían alzando mi camiseta con suma lentitud. Descendiendo la cintura de mi propio pantalón. Desnudando todas esas zonas de mi cuerpo que poder probar con su boca de fresas. 

Que poder lamer y con las que poder deleitarse a sí misma.

En las que poder tatuar sus uñas afiladas, sus mordiscos firmes y su poder lascivo.

Ante todas y cada una de esas olas de placer intenso, mi cabeza se reclinaba por pura inercia y de forma curva sobre la pared de aquella celda, cerrando los ojos, mordiéndome mi propio labio inferior y dejándome ir bajo el poder de una diosa sinigual.

DAMA DE PICAS; ChishiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora