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BORDERLAND

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BORDERLAND

"Inclínate"
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Apagón, aquella palabra que se define como una interrupción súbita, accidental y pasajera de la luz eléctrica.

En ese momento, creí que todo lo que estaba ocurriendo a nuestro alrededor era por obra y gracia de esa palabra y del significado que albergaban sus seis letras, pero jamás había estado tan equivocada.

Al asomarnos con torpeza por la ventana, chocándonos con los muebles y diversos objetos camuflados por a oscuridad, descubrimos que no se trataba de un apagón como tampoco de una alta caída de la tensión eléctrica, pues absolutamente todas y cada una de las luces y pequeños focos tintineantes de Tokio se habían evaporado por completo.

Pero eso no fue lo que más nos llamó la atención, puesto que el tráfico también había dejado de circular. Todos los coches que estaban en las calles, yacían completamente apagados e inmóviles, de un momento a otro y como si nada. Y la gota que colmó el vaso, fue ver que absolutamente nadie emitía ni un solo ruido, como si todos hubieran desaparecido.

Algo que comprobamos en cuanto pisamos las entrañas de Shibuya. Armadas con un silencio estremecedor, ni un alma pisaba dichas calles y el liviano tiberio que se podía percibir era aquel provocado por nuestros zapatos, sobre todo por mis tacones, resonando por aquel asfalto que veía completamente desierto por primera vez en toda mi vida.

La luz lunar era la única fuente capaz de iluminar con pobreza dichas calles, bañándolas con un tono lúgubre y tétrico, más permitía orientarnos por aquel barrio desconocido bajo la intensidad de la noche.

Sin tener un rumbo fijo, sin saber qué demonios hacer, caminábamos a través de las calles buscando alguna presencia humana, pero fue imposible. Bares, karaokes, restaurantes... Todos yacían abiertos, pero completamente vacíos, apagados y sin funcionamiento.

- ¿Qué está pasando, Niragi? - le pregunté con el temor amenazando el tono de mi voz, puesto que el temblor de la misma se había hecho presente.

- No lo sé. - contestó con seriedad, sin dejar de andar en ningún momento. Con la mirada perdida y con su mano izquierda aferrando mi diestra con fuerza, pues ambos estábamos a punto de caer en la locura.

Seguimos pateando las calles no sé por cuanto tiempo, llegando incluso al cruce de Shibuya, aquel que se había ganado su fama como el cruce más transitado del mundo, pero que en aquel momento estaba completamente desierto. Todo apagado, letreros, semáforos, luces... Nada ni nadie nos rodeaba más allá de las cosas materiales.

¿Cómo podía ser posible que semejante situación estuviera pasando? ¿Sería algún tipo de broma o algo así? 

¿Un castigo divino ante las atrocidades que cometíamos en nuestra intimidad?

DAMA DE PICAS; ChishiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora