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SUNATO BANDA

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SUNATO BANDA

"¿Me quieres desnudo o muerto?"

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- ¿Estás bien?

La voz suave, pero intensamente gélida de Yuna, golpeó al chico sin cuidado alguno, quien, tras el último empujón de aquel tipo, había caído al suelo una vez más. Cubierto de heridas, moretones y marcas a lo largo de la mayoría de su rostro.

El chico de camisa azulada mantenía la cabeza baja, la mirada gacha y sus manos débiles clavadas en el frío piso de aquella prisión de Teio.

Nada más escuchar sus palabras, éste se estremeció por completo y sin poder evitarlo. No obstante, la inmensa tranquilidad que una reina como ella comenzó a transmitirle, fue suficiente a la hora de relajarle y de brindarle las fuerzas necesarias para atreverse, de una vez por todas, a alzar suavemente la mirada en su dirección. Entonces, bajo el brillo fugaz de los ojos de una diosa sinigual, simplemente asintió de forma repetitiva.

Asegurando su bienestar, respondiéndole en silencio.

Y Yuna no hizo más que corresponderle al siguiente segundo con una sonrisa mucho más cálida que la anterior. Complacida, tierna.

De cuclillas y a altura perfecta, pude observar cómo todo su cabello largo y liso resbalaba armoniosamente por las curvas infames de su cuerpo. Cómo su sonrisa única y dulce volvió a aflorar sobre sus labios.

Cómo su impulsividad la había convertido en alguien completamente radiante. Una mujer a la que admirar, a la que no poder sacar el ojo de encima ni un solo segundo.

Y eso... Era algo que no solo me incluía a mí, pues aquel tipo también había comenzado a seguir los movimientos perfectos de su cuerpo con la mirada. Uno a uno y casi sin pestañear. Imperturbable, serio, imperceptible.

Impredecible.

Sin embargo, para alguien tan observador como yo... Se me hacía imposible pasar por alto cuando devoraban a mi mujer con la mirada.

A la parte más bella de mí.

Y era una sensación tan sumamente desagradable, que incluso comenzaba a sentir una extraña tensión y preocupación propagándose por todo mi ser. Una sensación pesada, densa, pero nerviosa. Esa que me lleno de temor, el temor de que Yuna me fuese arrebatada.

Esa que me hizo apretar levemente los puños, aun cuando mis brazos seguían cruzados sobre mi pecho.

Aun cuando mi calma aparente seguía siendo una realidad.

La suave y coqueta risa de Yuna me recorrió todo el cuerpo como una corriente de viva energía, captando nuevamente toda mi atención solo para ella. Tintineando sobre mis oídos como la dulce melodía de un ángel. Provocando que mis ojos se clavasen en su fisionomía ardiente una vez más.

DAMA DE PICAS; ChishiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora