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GOD'S MENU

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"Impregnaré mi sabor en tu paladar"
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- ¿No soy más que un estúpido para ti? ¿De verdad me creíste tan manipulable, Yuna?

La sonrisa de mi mujer era su marca personal, su pecado más exquisito. Una sonrisa semi-ladeada, malévola y pilla, con un delicioso toque sensual que derretía tanto a hombres como a mujeres. Profesada por sus labios redondos, rechonchos y terriblemente suaves. Tan jugosos, que resistirse a besarlos, a probarlos con los míos propios... Era una verdadera tortura.

Un reto imposible de superar, derritiéndote poco a poco ante el intenso placer de su boca. Intensamente dulce y con el sabor característico del alcohol impregnando su saliva, ese que me embriagaba sin ni siquiera ser consciente de ello.

Una sonrisa preciosa, una boca incapaz de olvidar. Unos dientes perlados y unos labios de ensueño grabados como fuego muy dentro de mí, retorciendo mis entrañas como consecuencia cada vez que su boca se curvaba para sonreírme solo a mí. 

Una mujer letal en todos los sentidos.

Una sonrisa de reina, de villana.

Y en su trasero redondo y perfecto estaba tatuada la marca del trono.

Mi plato favorito, con un sabor demasiado fuerte. 

Cinco estrellas Michelin en una sola mujer.

Sin embargo, Yuna era humana después de todo. Y por muy fuerte que pudiese ser, su locura era capaz de deshacer su fortaleza tan rápido como un copo de nieve al sol. Volviéndola inocente, tímida y ciertamente temerosa. Provocando que su infame sonrisa se transformase en una fina línea, con su labio inferior comenzando a temblar.

Viéndose ante mis ojos como una niña pequeña tras haber cometido cualquier travesura, a punto de recibir tan terrible reprimenda. A punto de estallar en llanto, temblando ligeramente y con la mirada más oscura de lo habitual.

Como la mujer mentirosa que solo ella podía ser, su rostro se nubló de un oscuro pesar tras mis primeras palabras, quedando muda, sin habla y ciertamente pálida. Observándome con los labios entreabiertos y con una mirada carente de emoción alguna.

Viendo reflejado en mis ojos cómo sus propias mentiras comenzaban a salir a la luz. Cómo su propia fortaleza se había derribado ante el tono severo y firme de mi voz, ante mi seriedad casi impoluta.

Cómo no me había resultado demasiado difícil desmantelar todos sus planes, justo como ella creía. Averiguar sus mentiras y descubrir esa sucia estrategia de juego que me había doblegado durante todo el tiempo que permanecimos en el Terreno de la Jota.

Estaba sorprendida por mis averiguaciones, por mis deducciones y por mis palabras. Completamente segura de que yo no iba de farol, pues me conocía tan bien, que sabía a la perfección que yo había terminado por descubrirlo todo. 

DAMA DE PICAS; ChishiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora