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(Final)

La tarde para ambas chicas y el cachorro solo consistió en juegos, comida, televisión y no podía faltar un "karaoke" muy improvisado, donde gritaron hasta que uno de los vecinos se quejó por el ruido por la hora, a pesar de que solo eran las nueve...

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La tarde para ambas chicas y el cachorro solo consistió en juegos, comida, televisión y no podía faltar un "karaoke" muy improvisado, donde gritaron hasta que uno de los vecinos se quejó por el ruido por la hora, a pesar de que solo eran las nueve de la noche.

Bonggie parecía feliz con toda la atención de las dos, que ya podría decirse que ambas eran sus dueñas, había sido unos meses largos y JooHyun no podía creer que el canino frente a él, hace unos meses solo era un pequeño que le gustaba romper su ropa.

Ahora, las dos estaban limpiando la cocina y sala del departamento, eran solo ellas dos y un can, pero aún así habían ocurrido algunos accidentes con la comida que debían limpiar.

— Deberías irte a tu casa.— JooHyun regañó con el ceño fruncido a la pelinegra que barría el suelo de la sala de estar.

— ¿y qué limpies todo sola? No.— respondió casi al mismo segundo. JooHyun notaba que los meses pasaban ya siendo algo formal, aún así, SeulGi siempre tenía esa pizca de respeto hacia ella.

— Pero es de madrugada, es peligroso y yo lo suficientemente cariñosa porque soy tu novia para no darte un golpe, pero no creo que tu mamá piense igual.—

Esta vez la más baja sonrió al notar como SeulGi se detuvo en su tarea, había una cosa que a SeulGi le daba más miedo que nada: su mamá enojada.

— Pero le puedo decir que es por ti.— se encogió de hombros y siguió limpiando dejando a una castaña con un berrinche infantil lleno de pucheros.

— Me caes mal.— SeulGi dejó la escoba y botó en el bote de basura el polvo y basura. Se acercó a la mayor con una sonrisa pequeña y la abrazó.

Estaba esperando mucho por decirle aquellas palabras que había añorado, que se había aguantado, pero sentía que este si era el momento adecuado de decirlo.

— a mi no.— murmuró. Los brazos de la más bajita la rodearon también.

Bonggie estaba durmiendo muy cómodo en la sala, podían abrazarse sin que el pequeño los molestara con jugar.

— yo te amo.— por un segundo. JooHyun sintió sus piernas flaquear por las palabras recientes de la persona a la que estaba abrazada.

Una gran sonrisa surco por sus labios y se escondió en el cuello de SeulGi para que no viera sus mejillas que estaban con un fuerte color rojo. SeulGi no evitó soltar una risita, porque sabía que eso había hecho avergonzar a su mayor.

— Yo también, boba.— murmuró aún escondida con un tono agudo por la vergüenza.

Pero su sonrisa se borró al escuchar lo siguiente que dijo su novia al salir de su cuello con una expresión seria.

— pero eso no significa que no te iras a casa en este instante.

SeulGi agitó su mano derecha en dirección a la castaña, no sin antes decir "te enviaré un mensaje cuando llegue

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SeulGi agitó su mano derecha en dirección a la castaña, no sin antes decir "te enviaré un mensaje cuando llegue."

JooHyun no había podido convencerla de ir en un taxi que ella pagaría, aunque muy en el fondo sabía que SeulGi estaría bien, después de todo en ese lugar no pasaban cosas muy malas.

Subió de nuevo por el ascensor sintiéndose más sola, le gustaba sentir la presencia de la pelinegra en ese corto trayecto, con su voz aguda, su risa escandalosa y la calidez de sus manos juntas.

Entró a su departamento, y está vez bonggie no la recibió por estar muy dormido. Lo cargó suavemente y lo llevó rápidamente con ella a su habitación, al final la cama que había comprado para el, solo había sido un desperdicio de dinero.

Se dió una ducha corta, lavó sus dientes y terminó por colocarse su pijama. Abrió las sábanas y se adentró en ellas justo cuando su telefono hizo el ya conocido sonido.

Se apresuró en tomarlo y sonrió al leer el apodo de su novia en la pantalla con el ya esperado mensaje y con un "te amo" al final.

Respondió con lo mismo y apagó su teléfono para finalmente dormirse con una gran sonrisa.

SeulGi había llegado inesperadamente igual que su lindo Can, y los dos habían cambiado tanto su vida que ya no se la imaginaba sin ellos, pero solo estaban comenzando y aunque temía por lo que se venía, sabía que estarían bien.

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