treinta y ocho.

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- ¿Estamos a salvo aqui, mami? - el pequeño Zayn estaba sentado en la cama del moreno y de su alfa.

La morena acarició el rostro de su hijo y le sonrió, intentando parecer fuerte, aunque sabía que el miedo se sentía en la habitación. - estaremos bien aquí, mí amor.

- no tengas miedo, mami. - el pequeño se levantó de su lugar. - tu tampoco, tío Zayn. Yo los voy a proteger de cualquier mal.

El susodicho le regaló una hermosa sonrisa a su sobrino, era un claro ejemplo de un alfa protector.

- eres muy pequeñito para enfrentarte a los malos aún, bebé - musitó el azabache. - nosotros debemos protegerte a ti.

- pero soy un alfa. - se cruzó de brazos. - mí deber en la vida debe ser proteger a los omegas, para eso he sido creado, para proteger a mí mami y ahora a ti.

- alfas. - dijeron los dos mayores al mismo tiempo antes de soltar una risita.

- ¿Sabes lo que tío Zayn necesita ahora, mí amor? - cuestionó el moreno hacia el más pequeño.

- Huh... No, no lo sé. - dijo ladeando su cabeza.

- unos abrazos y mimos del sobrino más hermoso que pudo haberme tocado. - extendió sus manos en dirección a él y el niño no dudó en rodear al azabache con sus brazos.

Al sentir la calidez del cuerpecito del menor, Zayn no pudo evitar soltar unas lágrimas, demonios que extrañaría al pequeñín.

También a su hermana, la extrañaría como los mil infiernos, pero él debía hacer esto, debía luchar una última vez. Si sobrevivía o no luego de todo, solo la luna lo sabría.

Esperó a la medianoche, cuando su hermana y su pequeño hijo se encontraban durmiendo, Liam no regresaría esa noche, no aún al menos. Solo debía escaparse lo más sigilosamente posible.

Según lo que había entendido de la explicación de Liam, solo Gigi estaría en su puerta resguardandolos, debía distraerla de alguna forma.

Cautelosamente se acercó a la puerta y la abrió encontrándose con los claros y cálidos ojos de la rubia frente a él.

- ¿Javadd? ¿Que haces? Liam me dijo que no debían salir del cuarto. - espetó.

Balanceándose de un lado a otro, pensó en una salida rápida. - es que yo, bueno... me dieron antojos de comer frutillas bañadas en chocolate. - ¿Antojos? ¿En serio? Esa es tu estúpida excusa? Se reprochó.

La rubia parpadeó confundida para luego posar sus ojos en su vientre. - ¿Estás embarazado?

Los ojos ámbar se abrieron de par en par mientras sus mejillas se tiñeron de un rojo puro. - y-yo bueno.. Huh... Es que... No.. yo.. la cosa es que.. hum...

- ¿Es por eso que el jefe me ha enviado a cuidarte? - la sonrisa en el rostro ajeno se ensanchó. - ¿Ya hay un heredero?

Moviéndose nerviosamente entre sus pies, el moreno bajo la cabeza. - tal vez, aún no lo sé, mí celo fue hace muy poco y.. - levantó su mirada. - ¿Puedes solo traerme mis frutillas bañadas en chocolate, por favor? - pidió ya bastante incómodo, pues ahora que lo pensaba, si se le antojaban sus frutillas y no es porque está embarazado.. ¿No lo está, cierto?

- te las traeré de inmediato, felicidades. - musitó la rubia antes de perderse por el pasillo.

Inconscientemente el moreno se acarició el vientre con cariño y anhelo. ¿Y si lo estaba?

Sacudió su cabeza, espantando aquellos pensamientos para luego dar unos pasos, encaminándose por el pasillo, la mansión se encontraba en silencio y no sé veía a nadie cuando bajó las escaleras, está era su oportunidad para irse.

I'm yours, Alfa. (Ziam) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora