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Un mes, justo un mes desde que decidí dejarme llevar con Hugo. Nos veíamos varias veces a la semana, y el local donde me llevo el mes pasado se ha convertido en nuestro refugio al que vamos todas las semanas. Es uno de los únicos sitios en el que podemos ser nosotros sin miedo a que nos pillen porque, efectivamente, ni David ni muchos de nuestros amigos saben nada de lo nuestro, se piensan que tan solo nos llevamos bien. Los únicos que lo saben son Sam, Mai, Bruno y Flavio. Este último le pilló más de sorpresa porque no sabía nada de cuando nos acostabamos hace dos años. De David tampoco se mucho desde que lo dejamos, cuando quedamos el grupo entero, o no viene o cuando viene ni me saluda. Lo entiendo, claro que lo entiendo, pero me duele no poder tener ningun tipo de contacto con el.

Ding Dong.

- ¡Sam, ve tu! Me estoy terminando de planchar el pelo.

Escucho a Sam suspirar y sus pasos dirigirse a la puerta. Las voces que escucho me dicen que ya han llegado todos asi que intento darme más prisa que nunca.
Aunque desde mi pespectiva no pueda ver quien entra por la puerta, tan solo el olor que invade mis fosas nasales puedo determinar de quien se trata, y más aún cuando se acerca a mi espalda, lo veo a través del espejo sonriendome. Se agacha para depositar un suave beso en mi cuello, que me produce cosquillas y ambos reimos ante mi reaccion de doblar el cuello.

- Que guapa estas - me susurra en el oido.

- Tu tampoco estas nada mal.

- Anda que sabes hacer bien un cumplido - me rechista.

- Estas buenísimo - le susurre en el oido agarrandole del cuello para besar sus labios. Me coje de la cintura acercandome más a el hasta que somos interrumpidos por alguien.

- Oye, ya vale de comeros la boca y vamos a cenar, ¿no? - dice Sam regañandonos y produciendonos una carcajada.

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