二十三

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— Consejero Kang, ya tenemos que retirarnos

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— Consejero Kang, ya tenemos que retirarnos. — no solo la voz del general Choi lo sorprendió, también su presencia.

El consejero abrió sus ojos en par y por poco termina gritando, sino fuera por el autocontrol que manejaba.

— No me sorprenda de esa manera, general Choi. — trató de sonar muy firme al hablar, pero con el temblor de su voz fue imposible.

— Lo lamento consejero Kang, pero tenemos que retirarnos. — volvió a insistir el general, mientras trataba de ver por sobre los arbustos. JiHong rápidamente se percató de aquello y se colocó delante del guardia, impidiendo que este viera más de lo necesario.

— Lo comprendo general Choi, pero le pido que respete la privacidad del príncipe Taehyung y nos espere con los cabellos listos para partir.

Fue totalmente obvio para el general que Jihong estaba protegiendo al príncipe y aunque no le agradaba la idea de ser un entrometido, terminó preguntándose el porqué de esa acción, pues si el príncipe no estuviera haciendo nada más que entrenar, como le había dicho la reina, no habría razón para que se escondiera.

— Es mi deber proteger al príncipe Taehyung, consejero Kang, así que le prohíbo que intervenga en mi trabajo.

— No estoy interviniendo en su trabajo, general Choi, pero así como usted lo pide, también le pido que respete mi trabajo. Mi deber es cuidar la privacidad y de aconsejar al príncipe, y así lo haré.

El general bufó y tras mirar mal al consejero terminó retirándose y alistando los caballos para retirarse.

El general bufó y tras mirar mal al consejero terminó retirándose y alistando los caballos para retirarse

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— No tenías por qué hacerlo. — la sonrisa de Taehyung era grande y muy sincera, de eso estaba seguro el doncel, quien no podía estar más feliz de ver que el pelinegro había recibido su obsequio.

— Claro que debía, tú me hiciste un desayuno completo el día de ayer y lo menos que podía hacer por ti era agradecértelo con un pan fresco. Yo lo hice, soy muy bueno en la cocina y mi especialidad son los panes, aunque no siempre los hago porque conlleva mucho esfuerzo y tiempo.

Taehyung no pudo estar más feliz de aquel pequeño regalo, por lo que no tardó ni dudó ningún segundo en recibirlo y agradecerle.

— Espero que te guste. Según la señora y sus hijas es un pan insignificante, pero lo he probado y sé que mienten.

Jimin hablaba de sus panes con tanto orgullo que Taehyung, por un momento, quiso decirle que hacer pan no era lo único bueno que sabía hacer, pero terminó escuchándolo, pues disfrutaba hacerlo y admirar ese rostro sonriente por largos minutos.

— ¡Vamos, pruébalo, pruébalo! — lo animó el doncel, a lo que el príncipe no tardó en hacerlo, saboreando al instante el sabor dulzón y sintiendo la corteza suave.

Taehyung, por ser el próximo al mando de la nación, había sido criado entre delicias y privilegios, por lo que cada mañana su desayuno era preparado por los cocineros más reconocidos por el reino. Sin embargo, al probar un pequeño trozo del pan, sintió que no había ninguna delicia que se comparara a las que preparaba el doncel.

— ¡Está muy rico! — dijo después de darle unos mordiscos más al pan. Jimin se sintió aún más orgulloso y feliz.

Ese día Taehyung no solo descubrió que Jimin hubiera sido un buen panadero, también que el doncel tenía un sueño que quería cumplir, pero que no podía al ser un simple sirviente y estar todo el día bajo órdenes.

— Quisiera terminar la escuela. Jamás fui a una, ni siquiera tenía lecciones privadas como las hijas de la señora. Yo solo trabajaba y a las justas aprendí a leer por unos libros que se me eran prestados... — Taehyung estaba listo para consolar a Jimin, pero el rubio no lloró, al contrario, le sonrió. — Me hubiera gustado tanto terminar la escuela y tal vez ser ayudante en alguna panadería. Me gusta mucho hacer panes y en algunas ocasiones he hecho los pasteles de las niñas.

Taehyung pasó de estar triste a completamente asombrado.

— ¿Realmente saber hacer pasteles?

Jimin asintió. — Pero solo los pasteles simples, no los elaborados, como los de la boda o alguna fiesta.

— Me gustaría que tú hicieras el pastel de nuestra boda. — Taehyung no se percató de lo que estaba diciendo hasta que lo dijo.

— ¿Nuestra? — Jimin rio, pero obviamente no lo hizo con mala intención, sino con inocencia, esa inocencia que a Taehyung le gustaba tanto.

— Y-yo... Me equivoque. — dijo un avergonzado y sonrojado Taehyung.

Jimin se rio por lo que restó del encuentro y aquello no pudo hacer más feliz a Taehyung, pues sabía que hacía un buen trabajo al hacer feliz al doncel.

Jimin se rio por lo que restó del encuentro y aquello no pudo hacer más feliz a Taehyung, pues sabía que hacía un buen trabajo al hacer feliz al doncel

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El chico de ricitos de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora