二十二

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— ¿Me mandó a llamar, mi reina? — la pregunta del general iba acompañada de una venia

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— ¿Me mandó a llamar, mi reina? — la pregunta del general iba acompañada de una venia.

— Usted sabe la razón por la que se encuentra aquí, general Choi. — la reina fue clara y directa, pues había esperado una semana entera para llamar al guardia y no pensaba esperar más tiempo.

— No puedo traicionar la confianza del príncipe Taehyung, mi reina. — la respuesta del general Choi siguió siendo la misma que la de hace una semana atrás, cuando la reina lo mandó a llamar para que este hiciera uno de sus "encargos".

— Le di una semana para que lo pensara, general Choi y le dejé bien en claro que yo no era una mujer que repitiera las órdenes más de dos veces, pero ya que hoy es su día de suerte, lo volveré a hacer-

— Mi reina, realmente lo sien-

— ¡No me interrumpa! — el grito de la reina estremeció a las doncellas, quienes mantenían la cabeza baja. — Tome en cuenta que en este preciso momento el destino de su familia está entre sus manos.

— ¿A qué se refiere mi reina? — preguntó, temiendo lo peor.

La reina sonrió, orgullosa de haber descubierto el punto débil de aquel hombre.

— Sé que sus padres son muy viejos y que el único lugar que tienen para vivir es aquella horrenda y pequeña cabaña en la que usted creció. Dígame, general Choi, ¿Estoy en lo cierto?

El general asintió, manteniendo su cabeza baja y tratando de controlar la impotencia que sentía al no poder defender a su familia.

— Muy bien, ya que estoy en lo cierto, dígame, general Choi, está conmigo, ¿sí o no? — El hombre bien sabía que le debía lealtad al príncipe, pero también sabía que le debía muchas cosas a sus padres, entre ellas, la vida, así que dejando de lado su honor, asintió. — Ha tomado la decisión correcta, general Choi. Estoy segura de que su familia estará muy alegre de saber que no será desalojada de su casa solo porque su hijo no quiso obedecer la orden de su reina.

El general se mantuvo callado, pues lo que menos quería era seguir deshonrado aún más a su reino y manchando su imagen. La reina no pudo estar más feliz de la repuesta que obtuvo y colocándose de pie se dirigió hacia el hombre, a quien ayudó a reincorporarse.

— Y para que vea que soy una mujer muy generosa, prometo alcanzarle unas cuantas monedas extras cada vez que venga a informarme sobre los movimientos del príncipe.

El general Choi asintió, aunque no tuviera ganas de recibir ese dinero y mucho menos servir a una mujer, que hasta el momento había pretendido ser una paloma blanca, cuando en realidad no era más que una vil arpía.

— Haré lo posible mi reina. — susurró, haciendo una reverencia una vez que al reina lo invitó a salir de su alcoba.

— ¡Esto se ve muy delicioso! — la sorpresa en el rostro de Jimin y ese brillo especial en sus ojos era incomparable

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— ¡Esto se ve muy delicioso! — la sorpresa en el rostro de Jimin y ese brillo especial en sus ojos era incomparable. Taehyung sabía que estaría dispuesto a pagar cualquier cantidad de dinero con tal de seguir observando esa bella expresión, que ahora mismo adornaba el rostro del doncel. — ¿Tú preparaste todo esto para mí?

— ¿Cómo puedes creer eso? — contestó el pelinegro, recibiendo una expresión llena de confusión de parte de Jimin.

— ¿Entonces no lo hiciste tú?

Taehyung negó, sintiéndose abruptamente avergonzado.

— Claro que no, pero le pedí a los cocineros del palacio que prepararan todo esto para ti... para nosotros.

Jimin admiró el desayuno, muy elaborado, que Taehyung había traído y sonrió.

— Nunca nadie había hecho esto por mí. — susurró el doncel, tomando un pedazo de pan fresco y dándole una mordida.

— Lo sé, por eso lo hice... — aunque Jimin solo pensara en Taehyung como un amigo, un muy buen amigo, este lo miraba con otros ojos y de eso solo parecía darse cuenta el consejero y el príncipe.

— ¿Tengo algo en el rostro? — preguntó el rubio, dejando de lado el pan y comenzando a tantear su rostro con sus manos.

— No, claro que no. — Taehyung rio al ver lo tierno que se veía el doncel al buscar ese "algo" en su rostro.

— ¿Entonces por qué te me quedas mirando de esa manera?

La pregunta tan directa de Jimin no fue algo que Taehyung se esperara, pues aunque ya llevaba muchas veces en las que se perdía en el rostro del rubio, siempre pensó que este nunca se dio cuenta.

— Y-yo... yo solo me quedé pensando en que deberías probar el jugo de naranja que te he traído. L-los jugos de naranja que sirven en el palacio siempre son del día y... y cultivamos nuestras propias naranjas, por lo que puede que el sabor sea más exquisito.

Jimin se asombró por la información que se le fue brindada y olvidando su pregunta, tomó entre sus manos el vaso de jugo de naranja, que Taehyung le había servido apenas comenzó a sacar todo lo que había traído de la canasta que le habían alistado en el palacio.

El pelinegro nuevamente se perdió en esa simple acción y con una sonrisa boba acompañó al doncel en el desayuno "improvisado" que había llevado para él.

Todo fue risas y exclamaciones de puro gusto, de parte de Jimin, hastaque este tuvo que marcharse, agradeciendo y prometiendo que al día siguienteestaría ahí para su encuentro.

Todo fue risas y exclamaciones de puro gusto, de parte de Jimin, hastaque este tuvo que marcharse, agradeciendo y prometiendo que al día siguienteestaría ahí para su encuentro

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El chico de ricitos de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora