四十一

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cuatro meses después

— ¡No permitiré otra falta de respeto como la de hoy, Taehyung! — el mencionado se sorprendió fugazmente por escuchar a su padre llamarlo, por primera vez en muchos años, por su nombre

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— ¡No permitiré otra falta de respeto como la de hoy, Taehyung! — el mencionado se sorprendió fugazmente por escuchar a su padre llamarlo, por primera vez en muchos años, por su nombre. Sin embargo, mantuvo esa expresión desinteresada, que tanto sacaba de quicio al rey. — ¡La princesa Seulgi no merece tus maltratos e indiferencia, Taehyung! — el rey realmente había tenido paciencia con su hijo; al inicio creyó firmemente en que su hijo solo se encontraba afectado por la muerte de su consejero, no obstante, ya habían transcurrido unos meses y Taehyung parecía no querer tener contacto con ninguna persona, menos con princesas. — ¿Siquiera me estás escuchando? — el estruendoso golpe dado a la mesa de madera no asustó a Taehyung, quien hasta el momento mantenía su rostro sereno. — ¡Contéstame, niño!

¡No soy un niño! — contestó con el mismo tono de voz que su padre.

— ¡Entonces demuéstralo y deja de comportarte como un mocoso que solo hace berrinche!

— ¡Ustedes son los que me tratan como un niño al intentar manejar mi vida y obligarme a casar con una mujer que no conozco! — acusó el príncipe, notando algo de comprensión en la mirada de su padre apenas terminó de hablar. Sin embargo, aquella mirada solidaria se fue tan rápido como vino, pues nuevamente se estaba enfrentando a la mirada gélida de su padre.

— Compórtese, joven príncipe. — dijo tras un suspiro, caminando en dirección a la puerta de su despacho. — No olvide quién es y de dónde proviene. Ahora retírese de mi despacho y prepárese, que la princesa Seulgi lo espera para tomar el té por la tarde.

Las puertas del despacho fueron abiertas por el rey, quien con un movimiento de cabeza le dio a entender a Taehyung que era hora de retirarse.

Otro día desperdiciado, en el que no lograba nada más que discutir con su padre y quedar como un niño delante de este y de los guardias, que hasta ese día, habían presenciado sus disputas.

El príncipe salió totalmente rendido del despacho y se encaminó hacia su habitación, en donde se desplomó apenas se le fueron cerradas las puertas. Los guardias seguían cumpliendo su labor: custodiarlo, mientras él seguía en un completo encierro, que terminaba solo cuando la princesa Seulgi lo citaba para tomar el té, hablar o cosas ridículas, que quizá haría si fueran en compañía de Jimin.

— Jimin... — susurró, mirando el techo de su habitación y anhelando salir de esas cuatro paredes, que no le permitían ni le permitieron en esos cuatro meses ver a la persona que más amaba. — A ti también te extraño. — volvió a hablar, mirando directamente el lugar donde JiHong solía sentarse para escucharlo y aconsejarlo.

Había transcurrido mucho desde la muerte de su consejero y en todo ese tiempo habían sucedido muchas cosas, entre ellas la llegada de la princesa Seulgi a su reino, con el único objetivo de comenzar el cortejo y posteriormente, realizarse la boda. Taehyung no recordaba mucho sobre su llegada, pues aquel día también estuvo encerrado. Sin embargo, cuando las puertas de su habitación fueron abiertas y se encontró con la princesa en los jardines del palacio, supo de inmediato la razón de su estadía. El príncipe estaba dispuesto a poner cualquier excusa con tal de no casarse y de eso cualquiera se dio cuenta, pues no solo los guardias fueron testigos de la indiferencia del príncipe al estar con la princesa, también la reina, quien solía mandar a una de sus doncellas a espiarlos.

Taehyung no se quería casar y mientras estuviera en sus facultades, no lo haría.

Jimin caminaba entre todo el mar de gente que, al igual que él, estaba en ese lugar con el único objetivo de comprar algunos de los víveres que a sus patrones les faltaba en la alacena

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Jimin caminaba entre todo el mar de gente que, al igual que él, estaba en ese lugar con el único objetivo de comprar algunos de los víveres que a sus patrones les faltaba en la alacena. El doncel conocía muy bien a la mayoría de personas que se encontraban comprando en aquel mercado y la razón era simple: los sirvientes se encargaban de las compras de la casa para la que trabajaban.

El doncel miraba con curiosidad todo a su alrededor, tratando de recordar la lista de víveres que la señora Shin le había dictado aquella mañana. Estaba tan distraído, que cuando sujetaron con fuerza su muñeca por poco y grita. Sin embargo, al percatarse de la persona que, en ese momento, no hacía nada más que inspeccionarlo con la mirada no hizo nada más que hacerse a un lado para no interrumpir el pase y a su vez, ayudar a la anciana, que al parecer no quería soltar su muñeca.

— ¿Está herida? ¿Quiere que la ayude con algo? — preguntó el doncel, mientras se encargaba de verificar con la mirada si es que la anciana se encontraba mal.

— T-tu destino es brillante, niño. — susurró la mujer, mientras presionaba cada vez con más fuerza la muñeca del doncel, quien para ese momento solo quería alejarse del tacto de la anciana. — tan brillante como tu cabello. — volvió a hablar, aunque Jimin estuviera más concentrado en soltarse del agarre. — Escúchame bien... — habló más fuerte la anciana.

— M-me duele, suélteme. — susurró el rubio, adolorido por el agarre.

— Sufres mucho, niño, pero tus enemigos pagarán por cada lágrima que has soltado y lo pagarán muy caro. — aunque Jimin haya estado luchando por soltarse, en ese preciso momento prestó atención a las palabras de la mujer. — El niño que esperas no solo será el camino que te llevará a la felicidad eterna, también la llave que te abrirá las puertas a la riqueza. — instintivamente el doncel llevó su mano libre a su ya hinchado vientre y en esta ocasión sí se soltó del agarre de la mujer, empujándola en el proceso.

— U-usted está loca. — susurró el doncel, recogiendo su canasta con toda la intención de alejarse de la anciana.

— Está en tu destino, niño. — dijo la mujer, poco después de reincorporarse. — Tu hijo está destinado a vivir entre riquezas y felicidad, al igual que tú, él no conocerá de dolor, pero cuando lo haga, verás que sufrirá aun más de lo que tú lo hiciste.

Jimin inmediatamente dio media vuelta, ignorando los gritos de la mujer, que aseguraban que tuviera cuidado con su embarazo, con su hijo y sobre todo, con el futuro de este. El doncel no quiso volver a cruzarse con esa mujer, por lo que regresó a la casa de la familia Shin apenas terminó con la mayoría de compras.

Al llegar a la cocina, dejó caer la canasta llena de víveres y se apoyó con una mano en la mesa del lugar, mientras que la otra sujetaba su prominente vientre. El doncel no había entendido a la mujer, pero si ella había notado su embarazo era probable que otros lo hicieran, incluyendo la señora Shin.

Habían transcurrido más de dos meses cuando los síntomas empezaron en su cuerpo y tuvo que pasar algunas semanas más para que el doncel se diera cuenta de su embarazo. Al principio quiso negarlo, creer que solo era parte de un resfriado o alguna otra enfermedad, pero cuando su vientre comenzó a crecer cayó en cuenta de lo que en verdad sucedía y aunque estuvo asustado con la idea, posteriormente se alegró y juró que cuidaría a ese bebé con su propia vida, importándole muy poco que Taehyung no estuviera a su lado para afrontar gran responsabilidad.

 Al principio quiso negarlo, creer que solo era parte de un resfriado o alguna otra enfermedad, pero cuando su vientre comenzó a crecer cayó en cuenta de lo que en verdad sucedía y aunque estuvo asustado con la idea, posteriormente se alegró y jur...

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El chico de ricitos de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora