Entre la nieve y la lluvia, tú
Giovanni no me avisó de la visita de los señores Rowling hasta que faltaban tan solo minutos para su llegada. Me hubiera gustado tener más tiempo para mentalizarme, o para crear un bunker donde pudiera ocultar a mi bebé de los ojos juzgones de la mujer, sin embargo, únicamente me alcanzó el tiempo para borrar mi cara de pánico y dibujar mi más cordial sonrisa. Claro, y también para hacer unas cuantas peticiones divinas.
—¡Familia! —exclamó Claris desde el auto, sacando la cabeza y su brazo derecho por la ventana.
—¡Hola! —saludó Benjamín moviendo eufóricamente su mano.
El rostro de la señora Rowling se puso flácido y su brazo cayó. ¿Le habría contado Giovanni la parte de la historia en que aparecía mi hermano menor?
Lo miré de soslayo, tenía una sonrisilla nerviosa que mostraba pura culpabilidad. Ay, Dios mío.
Martin estacionó el auto y, mientras ellos bajaban, me animé a recordar aquella vez en que Claris Rowling se disculpó conmigo. No podía ser tan mala si se había mostrado arrepentida, o al menos eso esperaba.
—¿Y quién es este apuesto pequeñín? —preguntó la mujer cuando llegó hasta nosotros, dejando atrás a su esposo.
—Soy su hermano —respondió Benjamín apuntándome con su dedo pulgar, había cierto orgullo en su voz que me causó ternura.
—No sabía que tenías un hermano menor, Jane —me dijo ella, apachurrando la mejilla del chico.
Ni yo.
—Mira esa bebé tan bella —habló con tono infantil. Después estiró los brazos hacia mí, casi me atraganto con mi saliva—. ¿Puedo cargarla?
Me di cuenta de que estaba muy tensa cuando Adeline se removió contra mi pecho, aflojé el firme agarre para dejar que Claris la tomara.
—¿Y papá? —preguntó Gio.
—Está sacando un regalo que quisimos traerle a Adeline.
—Voy a ayudarle con las maletas —avisó.
Gio se puso en marcha, dejándome junto a mi inquieto hermano, a Claris con mi bebé en sus brazos, y a una sensación de incomodidad y desesperación. En cierto punto, también me abandonó el traicionero de mi hermano cuando escuchó un ladrido del perro. En lugar de ver a la mujer hacerle mimos a Adeline, o a Benjamín persiguiendo a Danger, preferí ver a la caja que sacaba mi suegro, se veía tan pesada como grande, él solo no podía con ella. Mientras tanto, Giovanni volvía a la casa con el equipaje de sus papás.
—Iré a ayudar yo también —le dije, siendo honesta, para escapar de la situación.
—Está bien, yo me quedaré con esta chiquitina.
Asentí, forzando una sonrisa. ¿Qué bicho le picó?, dije para mis adentros.
Llamé a papá de un grito para que viniera conmigo, y me dirigí hacia el auto.
—¡Jane! —clamó Martin.
—¡Martin! —dije con igual alegría.
—Tiempo sin verte, mujer. —Dejó la caja a un lado, dio un paso al frente y me envolvió en un abrazo.
—En serio, no tenían por qué molestarse.
—Claris insistió, la idea fue de ella.
—Es difícil de creer —dije intentando aminorar la incredulidad de mi tono, pero sin éxito.
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En temporada de lluvia
RomanceLa vida suele dar muchas vueltas, eso Jane Parton lo tenía más que claro. Había llevado una relación de prácticamente toda la vida y no sabría decir cuál fue el momento exacto en que todo pareció tornarse tan sombrio. De los senderos luminosos por l...