-¿Un baile?- Preguntó Kino, extrañado.
-Sí, eso es. Un baile. Te lo contaré todo por el camino, vamos.
Le hice una señal al nuevo integrante del grupo para que me siguiera, y en silencio. No quería arriesgarme a que me hablara y por alguna razón alguien se enterara de que está con nosotros. Caminamos de vuelta a la residencia del padre de Ayato y ninguno pronunciamos una sola palabra, ni siquiera el pelirrojo. El silencio me mataba y me gustaba al mismo tiempo, pero he de reconocer que había cierta tensión en él.
Una vez ya a las puertas del lugar, nos recibió un alegre Kou. Se abalanzó encima mía en un profundo abrazo. Al segundo, mi pareja lo quitó de encima y comenzó a enzarzarse con él en una acalorada discusión.
-Hécate.- Llamó otro vampiro.
Dirigí la mirada hasta la persona cuya voz retumbó en mis oídos y vi a Karl erguido y con una postura imperial. Sus hombros nunca se relajaban, por lo que he podido apreciar estos días, como si siempre estuviese alerta. ¿Acaso eso no es triste? El hecho de no poder confiar en nadie porque todos podrían planear tu muerte y llevarla a cabo a tus espaldas. Tampoco es que me importase demasiado, se lo merecía.
-Hola.- Saludé, formal.
Me escudriñó intensamente con la mirada más penetrante que pudo y juraría que noté un atisbo de sorpresa en sus ojos. ¿Habrá visto a Kino? Imposible. Me he asegurado de que el hechizo fuese impecable...
-¿Te importaría si tenemos una conversación a solas?- Cuestionó, amablemente.
-No, por supuesto que no.- Respondí, con la misma gentileza.
Por algún motivo que aún desconozco, siento como si ahora las palabras me sonaran más falsas e hipócritas que antes. ¿Por qué me siento como una asesina o como una bestia? Antes... Antes creía tenerle miedo a todo. A hablar con él, a ir sola por la noche en el Makai, a enfrentarme contra alguien completamente desconocido... ¿Por qué ya no?
Le dediqué una mirada a Ayato para tranquilizarlo y me correspondió con una sonrisa que decía "todo irá bien, y si no, no temas, estaré a tu lado". Suspiré y seguí al hombre de pelo blanco, quien comenzó a andar por dentro de la vivienda y a atravesar los pasillos, esperando que yo hiciese lo mismo a sus espaldas. Kino, pegado a mí, caminaba en silencio. Al menos ha captado bien la idea de que no tenía que separarse de mi cuerpo. Entramos en su despacho y se sentó en el sillón que le pertenecía. El más lujoso. Yo, en cambió, tomé asiento en una de las sillas que se encontraba al otro lado de la mesa de estudio. Mi compañero, al contrario, siguió de pie.
-Sabes...- Comenzó- Cuando llegaste aquí te vi y pensé que eras una mariposa.- Pausó- Es decir, eras hermosa, pequeña y delicada. Volabas en pequeños círculos y te posabas en las flores para descansar. Ahora... No veo por ninguna parte a esa mariposa, Hécate.
-¿Y qué ves?- Insistí, curiosa.
-Veo a un ave rapaz. A un ave rapaz a punto de abalanzarse sobre un pobre conejo.
Kino tragó saliva a mi lado.
-¿Es eso bueno o malo?
-Avanzar siempre será bueno, por supuesto. ¿Por qué no lo sería?
-Porque no a todos les conviene el avance del prójimo.
Sus labios se curvaron en una intrigada sonrisa.
-Ojalá Ayato hubiera evolucionado de la manera en que tú lo has hecho, aunque desconozco qué es lo que te ha hecho cambiar de esa forma.
-Oye, Karl...
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🦇《Atrapada en un mundo irreal》🦇
Vampire¿Qué diantres está pasando? ¡Hace un momento jugaba tranquilamente el videojuego "Dark Fate" y ahora me encuentro literalmente dentro del universo de Diabolik Lovers! Supongo que resulta una ventaja saber todo sobre los personajes pero... ¿Cómo voy...