🦇Capítulo 16: Encuentro🦇

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Nada más reconocerlo, me di la vuelta disimuladamente y salí del museo. Fuera, me acerqué a Kou para irnos lo antes posible.

-¿Qué te pasa? Pareces angustiada.

-Nada, solo he visto a un hombre raro y he querido salir de ahí.

-No debes preocuparte por eso, M-Neko-chan. A mi lado estarás segura. Soy un vampiro, ¿recuerdas?

Ay, Kou... Si supieras que un fundador puede destrozar en menos de dos minutos a un vampiro...

Suspiré.

-Bueno, vamos a casa. Nos estarán esperando para comer.

-Sobre eso...- Comenzó a decir.- Había pensado en almorzar los dos juntos en algún restaurante.- Finalizó, sonrojado.

-¿Como en una cita?

-¿¡Qué!? ¡M-Neko-chan, no digas esas cosas de repente!

Reí levemente y abrí la puerta de la limusina.

-¿Y a dónde vamos a ir?- Pregunté, con una sonrisa.

Kou pareció anonadado por mi positivo comportamiento y se adentró en el vehículo, emocionado y feliz.

-Hay un sitio italiano buenísimo. Ya verás, te encantará. Hoy será el día en que pruebes el Vongole Bianco.

Llegamos a nuestro destino y, la verdad, me lo pasé bastante bien. La comida estaba riquísima y hablamos de muchas cosas, entre las que se encontraba su trabajo como idol. Me contó que era divertido y le gustaba aunque a veces fuera estresante y agotador. La variedad no faltó en ningún momento y, al terminar, fuimos a un parque. Damos unos cuantos paseos y luego echamos un vistazo rápido a los escapartates de las tiendas que se encontraban en el centro. Se nos hizo incluso de noche. Hacía tanto que no me relajaba tanto... La cita era muy normal exceptuando el hecho de que él no era un ser humano.

Andando por una callejuela, me agarró del brazo y me acorraló contra la pared.

-¿Qué haces?

-Esto.

Acto seguido, apartó un poco el cuello de mi jersey para clavar sus colmillos. A diferencia de otras veces, esta era más suave. La brutalidad del primer día quedó atrás. Gemí, porque a pesar de todo dolía, pero la sensación no era mortífera y llena de sufrimiento.

Al rato, separó sus labios de mi piel y se limpió la comisura de los labios con la mano.

-Tu sangre... Sabe diferente.

-¿Qué?

-¿Será porque esta vez he sido menos brusco? Dime, Hécate-chan... ¿Te gustan mis mordidas?

-Pues claro que no... ¿A quién le gustaría que le hiciesen daño?

-Oh, sin embargo... No te has resistido a penas...

Se dispuso a hincar los dientes en mi cuello de nuevo, cuando una inesperada lluvia se hizo paso y comenzó a descargar agua sobre nosotros.

-Kou...- Musité.

-Lo sé, lo sé. Tsk... Ahora que había comenzado la mejor parte. Supongo que cuando lleguemos a casa continuaremos con esto.- Respondió, acomodando mi ropa.

A pesar de que no había bebido mucha sangre, fue lo justo para que me sintiera muy cansada. Se percató de ello al mirarme de reojo y posó su brazo en mi cintura para ayudarme a andar. No sabía si agradecérselo o no, puesto que realmente era su culpa el que estuviera así.

Avanzamos hasta donde dejamos por última vez la limusina y se separó de mí. Apoyé un brazo en el coche para mantenerme en pie mientras él abría la puerta. Entonces, otro vehículo aparcó estrepitosamente en doble fila, justo en la acera contraria.

Me fijé con esfuerzo y vi salir veloz como un trueno a cierto chico de melena rojiza. No... No es posible... ¿Ayato?

Clavó sus verdes y salvajes ojos en mí y su rostro reflejaba la mayor angustia que podría existir en este planeta.

-¡Hécate!- Exclamó, furioso.- ¡Desgraciados, estaba en lo cierto, es ella!- Bramó, esta vez hablándole a quienes estaban dentro de aquella limusina.

Automáticamente, salió más gente, los cuales resultaron ser el resto de los Sakamaki.

No conocía la razón por la cual las lágrimas empezaron a caer sobre mis mejillas, pero pienso que fue la nostalgia y el sentimiento de felicidad que provocaba en mí ver una vez más esas caras.

Quise acercarme a ellos, sin embargo, una mano me lo prohibió. Kou estaba a mis espaldas y comenzó a tirar de mí para que entrara en el coche.

-Por favor, M-Neko-chan. No es el mejor momento para encontrarte con esos idiotas.- Suplicó, sin dejar de forcejear.

-¡Suéltame!- Dije, al mismo tiempo que resistía a su fuerza.

-¿Quieres que te recuerde nuestra promesa? ¿¡Eh!? Tú fuiste quien la propuso. Dos semanas, Hécate. ¡Dos semanas que pasarás conmigo te guste o no!- Finalizó, empujándome finalmente dentro.

Ya en el interior de la limusina, me dispuse a abrir la otra puerta que daba a la carretera, en el lado opuesto a Kou. A través del cristal pude divisar a Ayato intentar pasar y llegar hasta mí, mas el tráfico y la tormenta lo impedían. Pero nunca apartó sus ojos de los míos. Nunca. Igual que los demás. Fueron conscientes de mi angustia y mi dolor. De mi esfuerzo por acercarme a ellos. Y también fueron testigos de cómo el vampiro rubio me atacó por detrás y volvió a clavar sus colmillos en mi piel para que no pudiera hacer nada más. Bebió mi sangre hasta que la consciencia me traicionó y cerré los ojos. Lo último que vi fue... A mi terco y orgulloso Ayato alzar su mano en el aire, con el intento de tocarme a pesar de la distancia que nos separaba.

(...)

Desperté en la cama de Kou. Totalmente dolorida y afectada por lo que se aconteció el día anterior. Hoy no entraba luz y las cortinas tapaban el sol. Giré la cabeza y divisé a alguien en la puerta.

-Hola.- Saludó el idol.

Inevitablemente, comencé a llorar. Estaba tan cerca, pero a la vez tan lejos. Los Sakamaki eran unos idiotas, pero al final... Al final... No quería seguir separada de ellos. Me adapté a su rutina y me acogieron sin saber quién era. Sé que seguramente querían un postre más pero... ¿Y los buenos momentos?

Sollocé y rabié hasta que no quedaba nada que echar fuera. ¿Qué está pasando? ¿Y por qué? ¿Qué hago mal?

-Por favor, M-Neko-chan... No llores más...- Imploró, cabizbajo.

No contesté. No porque no quisiera hablar con él, sino porque me faltaba el aire. Me era imposible.

Me tapé la cara con las dos manos e intenté respirar profundamente. Necesitaba calmarme o sufriría las consecuencias.

El muchacho, al ver que no obtenía respuesta, se giró y se fue.

(...)

No sé cuánto tiempo pasó desde que el idol se marchó. Acerqué la mano al depertador y vi la hora. Vaya, toca el almuerzo... Y me he perdido el desayuno. Hmph... ¿Y qué? Total, tampoco tengo hambre...

Unos momentos después, alguien llamó a la puerta.

-Oye, cerda, ¿cuándo piensas salir de la cama y bajar? Ruki dice que la comida está lista.

De nuevo, me dispuse a responder, mas no pude. Algo no estaba bien.

-Tsk, venga.- Insistió, acercándose a mí.

Me quitó de encima la colcha y sentí frío. Ugh...

-¿Qué te pasa? Vamos.- Preguntó, tirando de mí.- Dios, estás ardiendo.- Confesó, atónito.

Luego, posó su mano sobre mi frente y dejó salir una mueca de sorpresa.

-¿¡Qué cojones!?, ¡Eres puro fuego! Joder, ¡Ruki!- Gritó, angustiado.

Automáticamente, aparecieron otros tres muchachos.

-¡No sé lo que le pasa pero está ardiendo! ¡Tampoco responde y ni se mueve!

Las voces se escuchaban cada vez más lejos y antes de caer rendida en otro sueño, vi a través de la ventana un murciélago. Qué gracia... Justo como los que... Invocan los Sakamaki...

🦇《Atrapada en un mundo irreal》🦇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora