🦇Capítulo 6: Información🦇

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Perdí la cuenta de las veces que Shu clavó sus colmillos en mí. Le gustaba morder y luego lamer la sangre que recorría mi piel cuesta abajo, con el pretexto de no desperdiciar ni una gota de semejante y exquisito manjar. Sin embargo, alguien interrumpió su diversión.

-¡Maldito! ¡Creí que acordamos que no le pondrías un dedo encima!- Bramó Ayato, furioso.

-Cállate, me desconcentras.- Respondió su hermano, desgarrando un poco mi camiseta.

Al parecer, este gesto desató por completo la ira del pelirrojo, quien se abalanzó sobre el mayor y lo apartó de un gran empujón. Luego, sentí sus brazos alrededor de mi cintura y pecho, intentando sacarme de la bañera.

-No tenías que ponerte así, ¿sabes?- Quejó, perezoso.

-Escúchame atentamente, viejo. Hécate me pertenece. ¿De acuerdo? Su sangre es especial y no pienso compartirla con cualquiera.

Ya casi fuera del agua, vi cómo se miraron de manera intensa y violenta. Tras unos segundos, Ayato consiguió extraerme y caí al suelo, empapada y sin fuerzas.

-Pensé que te caía mal, ¿para qué la muerdes?- Insistió el menor de los trillizos, sin despegarse de mí.

-Nunca he dicho eso, son tus propias suposiciones. Además, en vez de quejarte de esa manera tan pueril, podrías acordarte de cuando un cuchillo casualmente desprendido de cierta mano casi mata a Hécate. Aunque, es verdad, solo recuerdas lo que te conviene. Yo fui quien la salvó, mientras tú estabas ocupado peleándote con Subaru y lanzando más cubiertos.

Esto hizo callar a Ayato. Chasqueó los dientes y le insultó en susurro. Intenté levantarme, pero las rodillas flaqueaban.

-¿Qué está pasando ahora?- Preguntó una voz, molesta.

-Tsk... Reiji.- Murmuró el vampiro de ojos verdes.

-Ya veo que sigues dando problemas, Ayato. Espero conseguir que seas alguien un poco más responsable de sus actos algún día.

Bajó la mirada hasta mi altura.

-¿Qué se supone que le habéis hecho?

-Nada, solo bebí su sangre. Es él quien ha formado semejante escena.- Confesó Shu, saliendo de la bañera por su propio pie.

El chico de las gafas suspiró, baldado y agotado.

-Hécate, ve a tu habitación.- Ordenó.- Tienes algo aguardando sobre la cama.

-¿El qué?

-Un uniforme. Mañana iremos al instituto, y tú con nosotros. ¿De acuerdo?

Asentí. Haciendo algo más de esfuerzo, pude levantarme con creces y abandoné la habitación, dejando a los tres hermanos solos.

Caminé por el pasillo, desprendiendo algunas gotas de agua a mi paso. Abrí la puerta perteneciente al dormitorio del pelirrojo y rebusqué en el armario algo limpio que vestir. Luego, vi el uniforme. Siempre quise ver cómo me quedaría este traje, la verdad. Reconozco que era de los diseños escolares que más me gustaban de entre las series que había completado. Suspiré y me cambié la ropa. Al terminar, salí y decidí respirar algo de aire fresco. Pasé por delante del comedor y visualicé a Subaru recogiendo trozos de cristales. Supuse que Reiji le habría encomendado la tarea a él y a Ayato de limpiar el desastre que dejaron, sin embargo, el segundo se escaqueó.

-¿Quién anda ahí?- Preguntó, malhumorado.

Sorprendida, asomé con miedo la cabeza. Al instante, sus hombros se relajaron.

-Ah, eres tú. ¿Qué diablos quieres?

-No vine por nada especial. Aunque, puesto que cierto hermano te ha dejado tirado, no me molestaría ayudarte en su lugar.

🦇《Atrapada en un mundo irreal》🦇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora