Ruta Ayato: Chapter 8

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Abrí los ojos por la sensación de algo húmedo y fresco sobre mi frente. Me hacía sentir bien y deseaba que continuara durante más tiempo. Sin embargo, una voz me sacó de mis pensamientos.

-¿Cómo estás?- Preguntó Ayato.

-Creo que... Estoy bien... ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estoy en la cama?

-Durante tu entrenamiento... Hubo un pequeño accidente.

-¿Accidente..?

-Cuando Carla te tiró al suelo y empezaste a escupir sangre, te levantaste y lanzaste una onda de poder que ni siquiera él pudo contraatacar. Intentó crear un escudo de magia para protegerse, pero tuvo que incluso huir en el último segundo y vimos cómo tu hechizo destruía por completo la barrera. Milagrosamente, salió ileso excepto algunos rasguños. Has estado inconsciente durante un día entero, Hécate. Y todavía no conocemos el origen de esa explosión.

-Entiendo...

No estaba bien. Me dolía bastante el cuerpo entero, sentía incomodidad al estar junto a Ayato después de nuestra pelea, mi preocupación por Carla aumentaba y no tenía ni idea de dónde había salido aquel poder. Impaciente, me incorporé y me quité la sábana de encima. Entonces, vi el destrozo que había dibujado en mi cuerpo. Miré atónita mis brazos y piernas, entumecidas y llenas de cicatrices pequeñas.

-¿Qué..?

-Hécate, tranquilízate, ¿de acuerdo? Te estás curando poco a poco.- Intentó apaciguar el pelirrojo.- No debes esforzarte demasiado. Sigue tumbada, por favor.

-Quiero ver a Carla.- Insistí.

El vampiro me sostuvo suavemente por los hombros, impidiéndome salir del lecho.

-Quédate ahí. 

-Ayato.

-Hécate.- Gruñó, enseñando los colmillos a modo de advertencia.

-Deja que se levante si quiere, no es un bicho aplastado.- Habló una voz solemne desde la puerta del dormitorio.

-Tú...- Susurró el menor de los trillizos.- Tú la metiste en esto, la convenciste de que podía entrenar y mira en qué estado se encuentra.

El fundador entró en el cuarto y me miró con superioridad, ignorando a mi pareja.

-Con un poco más de control y entrenamiento, podrás ir al territorio de las brujas.- Comunicó.- Y, por cierto, ya sé qué es lo que me lanzaste. O, por lo menos, creo saber lo que es. Necesito comprobar algo. Ven.- Ordenó, dándose la vuelta y saliendo de la habitación. Se quedó parado fuera, esperándome.

Me puse en pie y avancé hasta el albino. Sin embargo, Ayato me agarró del brazo.

-Esto es demasiado.- Susurró, mirándome con ira.

-Ayato.- Llamé.- ¿Serías capaz de enfrentarte a Karl por mí?

-Sí.- Contestó.

-Yo también. Por eso estoy haciendo esto. Por ti, por nosotros, por nuestro futuro. Por todos los inocentes que han sufrido. Y ahora, déjame tomar mis propias decisiones.- Finalicé, soltándome y reuniéndome rápidamente con el joven que permanecía fuera.

Una vez estuve a su lado, me llevó escaleras abajo hasta la sala de reuniones. Me ofreció asiento en el sillón más acolchado y blandito y me puso una pequeña manta en las piernas. Sacó del bolsillo derecho un bote de cristal verdoso con un líquido carmesí en su interior. Puso una gota del contenido en mi mano.

-Necesito otra gota de tu sangre.- Pidió.

Asentí y condujo mi otra mano hasta su boca. Clavó ligeramente uno de sus colmillos en la piel y mi esencia cayó en el líquido desconocido. Extrañada y confundida, miré al fundador. Iba a romper el silencio, cuando comencé a sentir algo raro en mi palma. Miré atentamente el lugar del que procedía esa inusual sensación y lo que vi fue totalmente sorprendente. Las dos gotas estaban brillando. La luz que desprendía era cálida, pero con un toque eléctrico que me provocaba leves picores por todo el cuerpo. No había presenciado nunca algo semejante.

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⏰ Última actualización: Jul 27, 2021 ⏰

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