🦇Capítulo 7: Instituto🦇

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-¡Que te levantes, idiota!- Exclamó una voz malhumorada.

Sobresaltada, caí sobre el frío suelo debido al susto. Alcé la mirada y vi la inquietante cara de Ayato sobre mí.

-¿Por qué diablos me has tenido que despertar de esa manera?- Quejé, incorporándome.

-¿Y por qué no? ¿Sabes cuántas veces llevo llamándote? Te has pasado todo este tiempo susurrando cosas como: "cinco minutos más", "ya voy" o "quiero dormir más".

-Yo no digo eso.

-Un día te grabaré y veremos quién miente en realidad.- Pausó.- Y vístete, nos vamos a la escuela en diez minutos.

-¿¡Diez minutos!?

-Sí. ¿Estás sorda?

-Agh... Te odio.- Gruñí, sacando el uniforme del armario y metiéndome veloz en el baño.

-Yo también te deseo buenos días a ti, Chichinashi.- Burló, entre risas.

No hay nada peor que el primer día de instituto. Me hubiera gustado arreglarme mucho más, pero lo único que hice fue lavarme los dientes y la cara, recogerme el pelo en un moño asquerosamente deshecho y ponerme a duras penas el uniforme. Dios, maldigo a ese estúpido. Seguro que él se ha levantado super tranquilo y a su bola.

Corrí escaleras abajo y me encontré a todos los hermanos esperándome fuera de la mansión.

-Hola.- Saludé, casi sin aliento.

Reiji me miró de arriba a abajo, como si estuviera contemplado a algún espécimen raro de mamífero. Resoplé.

-¿Algún problema?- Pregunté, mosqueada.

-No.- Respondió, acomodándose las gafas.- Solo que se te ve la ropa interior por el botón no abrochado de tu camisa.

Aterrada, me miré y vi cómo resaltaba mi sostén de piñas. Lo solucioné rápidamente y evité el contacto visual con los demás. Tierra, trágame.

-Menudo gusto tienes para las cosas. ¿Te gusta la piña, Chichinashi?- Rió el pelirrojo.

-Deberías haberla visto con el de encaje, Ayato-kun. Le queda muchísimo mejor. Aunque, es verdad, tú no fuiste de compras con ella, así que no pudiste contemplar semejante imagen.- Comentó Laito, dándole un golpe en el hombro. Este calló de inmediato, atónito y confuso.

Entré como un tomate a la limusina y después de mí, el resto hizo lo mismo. De nuevo, el menor de los trillizos ocupó el sitio contiguo al mío.

-¿Por qué nunca dejas que nos sentemos al lado de Hécate-san?- Preguntó Kanato, casi entre pucheros.

-Porque nunca permitiría que unos babosos como vosotros se acercaran a ella.

-Bueno, al menos estos babosos no hicimos que estuviera a punto de morir durante la cena.- Debatió Shu, con desdén.

-¿¡Qué has dicho!? Maldito desgraciado.

-Yo propongo que nos vayamos turnando para compartir sitio con Bitch-chan.- Sugirió el chico del sombrero.

-Callaros de una vez, sois demasiado molestos. ¿Qué os importa dónde ponga su culo?- Gruñó Subaru.

-Oh, vamos, Subaru-kun. ¿Acaso me estás diciendo que ayer no te quedaste con las ganas de seguir pasando tiempo con Hécate? Bueno, si es así, uno menos con el que turnarse. ¿Verdad?

-Tsk... Que os jodan, en particular a ti, Laito.

-Sí, sí.- Burló, con tono alegre.

El resto del viaje lo hicimos en completo silencio. He de decir que aproveché esa quietud para calmar mis nervios. No tardamos mucho en llegar hasta la escuela y, cuando el coche aparcó, salimos poco a poco.

🦇《Atrapada en un mundo irreal》🦇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora