🦇Capítulo 3: Ropa🦇

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Desperté en un sitio bastante peculiar. No había luz y sentía una presencia a mi lado. Lo último que recuerdo es la sensación de Ayato clavando sus colmillos en mí profundamente, deleitándose con el sabor de mi sangre. Supongo que me desmayé sin remedio.

Intenté moverme, pero algo me retenía.

-Para haber bebido tu sangre de manera exhaustiva, eres bastante movediza y fuerte, Chichinashi.- Me susurró una voz masculina y ronca.

-¿Ayato?

-¿Quién si no? Idiota.

-¿Qué hago aquí? ¿Este es el espacio donde duermes?

-Sí. ¿Algún problema?

-No. Pero... ¿Por qué me has llevado hasta aquí?

-Tienes agallas para preguntarme eso, Hécate. ¿Acaso no puedes ni imaginarlo? Te he metido en la doncella de hierro conmigo porque no iba a dejarte en cualquier otro dormitorio. Ahora eres mía. ¿Lo entiendes? Me niego a que alguno de esos babosos pongan sus manos encima tuya.

Suspiré.

-Oye, ¿dejarás que salga al menos?- Pedí.

-¿No vas a preguntarme nada sobre lo que te hice ayer?

-¿Debería?

-Hmph... De acuerdo, te dejaré respirar algo de aire fresco. Igualmente tenía ganas de andar un poco.

No me lo creí. "¿Andar un poco?" Por favor, si la mayor parte del tiempo se queda en la mansión sin hacer absolutamente nada además de provocar a sus hermanos... En fin, por lo menos he conseguido mi objetivo principal.

Estiró el brazo y empujó la tapa de su instrumento de tortura convertido en lecho. Salí a duras penas. Las consecuencias de sus actos todavía me pasaban factura y no me había echado nada a la boca.

Me dirigí a la puerta y quise girar el pomo, cuando, de repente, se puso en medio.

-¿Pensabas ir tú sola ahí abajo?- Cuestionó, con el ceño fruncido.

-Sí. ¿Qué mal hay en eso?

-Tsk, a veces eres muy lista y otras demasiado tonta, Chichinashi.

-¿A qué te refieres?

-Nada, olvídalo. Ore-sama hará el esfuerzo de acompañarte.

Creo que este hombre está mal de la cabeza. Ahora puedes irte, ahora no. Eres muy lista, eres muy tonta. Ugh... ¿Podrá algún día hablar claro? Incómoda, abrí por fin la puerta y salimos.

Bajamos al comedor y vi bastante comida. ¡Genial, hora de saciar mi apetito!

-Buenos días, Bitch-chan.- Saludó con una sonrisa Laito.- ¿Qué tal te fue con Ayato-kun ayer? ¿Resultó ser muy malo? ¿Escuchó tus súplicas y te entregó su misericordia y compasión? Dame detalles...- Se burlaba, apoyado en una de las sillas.

-¡Cállate!- Exclamó su hermano.- Maldito idiota. ¡Métete en tus asuntos! Todo lo que tenga que ver con Chichinashi estará fuera de tu alcance y de todos los demás desgraciados de esta mansión. ¿Entendido?

-Oh, vamos, Ayato-kun.- Bromeaba.

Mientras ellos discutían, me dediqué a comer algo. Luego, me acordé de una cosa: llevo la misma ropa interior desde que llegué. Literalmente me siento sucia y asqueada. No tengo más prendas y será imposible sobrevivir sin, al menos, más bragas, camisetas, pantalones y pijamas.

-Em...- Balbuceé, tímida.

-¿¡Qué!?- Gritó el pelirrojo, hecho una furia por culpa del mayor de los trillizos.

🦇《Atrapada en un mundo irreal》🦇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora