HQ!! ━ [ᴱˢᶜᵉⁿᵃʳⁱᵒˢ ⁻ ᴵᵐᵃᵍⁱⁿᵃˢ ⁻ ᴼⁿᵉ ˢʰᵒᵗˢ]

U.A. + Fantasy [I.II] ∘˚˳°

Kuroo Tetsurou - El Shinigami [III]

Después de unos meses más, ya las preguntas dejaron de tener sentido. Meses, o años. Quién sabe. El tiempo también perdía el sentido. Porque el valor que cobraba tu muñeca adolorida se abalanzaba vez tras vez por las noches, en que el ardor era contundente y por el mismo deseabas desfallecer.

Con un kimono resplandeciente de colores exóticos, el día chocaba contra tus ropas; tus ojos últimamente se veían tan dolorosos y penetrantes, que las criaturas que venían a pedir consejo al famoso Shinigami cuando daban cara contigo, se quedaban inmóviles, sintiéndose retados por tu persona.

Por ello, las preguntas dejaron de tener sentido. Y los sueños ahora parecían ser lúcidos. Como si ya lo hubieras vivido, ya hubieras experimentado todos y cada uno de ellos, y eso te daba pavor.

Las pisadas quedaban marcadas en la nieve de la entrada que hace días encontraste. Nadie debía saberlo: planeas irte.

Eres su Yorishiro, pero ya habías recordado leyendas de que los Yorishiros podían pasearse por el mundo y no le harían daño a su dueño mientras ellos no sufrían daño. Estabas dispuesta a salir corriendo de sus brazos, para dejar de sentir sus ojos dorados quebrar en medio de tu frente, como si fueras de cristal, si tuviera miedo a perderte. No tenías fuerzas ni estómago para lidiar con eso ni con aquello.

—Hey.

Frenas los pasos. De entre los árboles de olivo, salió el sirviente mano izquierda de Tetsurou.

No tenía cuernos como los de él, pero si una cola alargada de color café oscuro y ojos amables que derretían los copos de nieve a su alrededor. Altura promedio, alta, y pecho amplio. Vestimenta ancha de kimonos elegantes que también usaba cuando se iba con Kuroo Tetsurou de trabajo y regresaban de entre las almas encontradas.

—Kai.

El mencionado sonrió tierno y tus hombros se tensan, te ha descubierto.

Otra diferencia es que Nobuyuki Kai es más prudente con sus pasos. Quizás porque no te adora como el amo de todos y te ve más como una compañía de charlas. O así lo ves tú, en que por consecuencia de la confianza que te fue dada, tenías el profundo coraje de quejarte con él sobre Tetsurou y los intentos que hacía para querer ser más que tu “dueño”.

—¿A dónde quisieras irte?

—No lo sé, la verdad es esa –alzas los hombros indiferente–. Pero lo decidí. Me iré Kai. No puedo vivir aquí.

El moreno hizo un asentimiento con la cabeza, una mirada afilada a tu muñeca y ya se colocaba en tu lugar. Volvió a observar tus ojos y sonrió otra vez. Dió media vuelta, hizo un ademán con la mano para que le siguieras y francamente, no te podías negar. Su poder es atraerlo todo, consecuencia de los años que tiene encima, es que no aplica esfuerzo en ningún ámbito porque es amable con medio mundo.

Te invita a sentarte en un banco.

—¿Estás segura de tu decisión?

Suspiras agotada. El tema correspondiente no querías tratarlo. ¿Qué tenían todos contigo en ése lugar? Parecía el acecho cariñoso que supiste, por todos los años anteriores de tu vida en el mundo de los vivos, que no lo merecías. No merecías nada de ahí. Todo era tan extraño.

Intercambias una ojeada a sus orejas refinadas y luego al sendero de arbustos pulcros a pesar del frío de ese camino.

—Kai, no sé cuánto tiempo llevo aquí. Todo es muy confuso.