Te imaginas

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Te imaginas que Tsukishima te conquistó a base de provocaciones


¿Por qué tenía que amedrentar sus palabras cual revolver de esos finos labios? Porque es un imbécil, eso. Tsukishima era así con aquellos que consideraba tontos y entraba en descarada confianza.

Lo tenías tan claro como agua de manantial desde que apenas le preguntaste algo en clase en primer año y contestó con gris opaco. Suponías que era callado, después hicieron trabajo grupal de cuatro personas y los demás de aquel círculo lo asesinaban con la mirada por soltar comentarios tan sarcásticos pero no podían ni ponerle un dedo encima porque tenía razón, siempre.

No pasó tanto tiempo para comprobar por completo que era un creador de insultos de primera, insultos que gorgotean aires de elegancia sin siquiera sonar grotesco en lo más mínimo.

—Si estás en clases avanzadas, no debes tener dificultades para estudiar sola –su tono burlón emancipa el oxígeno suficiente para que tus pulmones empiecen a trabajar arduos, buscando calma–.

¿Cuál era el bendito problema? Se supone que la sesión de estudio era entre Tadashi y tú.

—Entonces ¿Qué haces aquí? –sueltas insípida–.

—Yamaguchi dijo que ya casi terminaban.

No dices más nada. Ya eras una profesional en evadir sus frases llenas del humo de Chernobyl.

Los ojos de Yamaguchi se encuentran con los tuyos, extenuantes en gracia. Tu acción verbal siempre era de una pregunta, unas cortas palabras, ignorar el ambiente y después taparte parte de la cara con lo que sea, tus manos, una bufanda o el libro de texto que cargabas ahí mismo. Después de remota experiencia inicial con ese megane, aprendiste que lo mejor es callar antes que ceder a los impulsos de golpearle la cara, sobretodo porque el menso busca presa fácil que caiga en sus provocaciones.

Aunque debías de admitir que la primera vez hubo un punto de quiebre en tu personalidad y llegaste a explotar como el propio energúmeno. Después de ahí, fue más fácil de ignorar. Muchísimo más fácil, como si soltar la bomba en reprimenda fuera lo necesario desde un principio para no seguir cayendo en la red de sus lanzas verbales, haciendo que goces de paz interior por el resto del primer y segundo año. El tercer año iba más rápido, como carreras para chocar mucho más seguido con ciertos planteamientos a futuro, eso y estudiar más.

~


—¿Problemas con el mundo acuático de Lorelei? –decifras ese rostro tan entumecido y socarrón–.

—Ugh –gruñes por lo bajo, con vivido asco–.

Sostenías la libreta personalizada del club contra tu rostro, soñando que si lo aprietas con más firmeza él desaparecería de tus ojos y pasaría de largo.

Porque para colmo, le gustaba burlarse de tí. Siempre. Como si ser la soprano más pequeña del club de coro fuera un tema de gracia. Aparte quisque “Lorelei”, que apodo tan ortodoxo lleno de fantasía. Lo que te hace ensanchar las fosas nasales buscando esa paz.

—¿Y Tadashi-kun dónde está? –pronuncias inaudible–.

—Dijo que buscaría un bocadillo en la tienda.

El Uhmm de disgusto se asoma por tu garganta, dando por terminada su efímera conversación. Ah, pero no quería callarse. Desde esa explosión por tu parte en primer año hacía lo posible muy de vez en cuando para que colisiones. Es cierto, tenía cosas mejores que hacer.

—No puedes terminar de primera en la clase pero si prolongar la lectura de esas notas musicales, ¿si quiera te salen bien?

Callas, rezando a alguna deidad no darle la satisfacción.

HQ!! ━ [ᴱˢᶜᵉⁿᵃʳⁱᵒˢ ⁻ ᴵᵐᵃᵍⁱⁿᵃˢ ⁻ ᴼⁿᵉ ˢʰᵒᵗˢ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora