Moment of care [VI] ✧*。

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Nishinoya - moment of care


Sacrilegio, era un reverendo sacrilegio. No habías ido a clases, no le habías escrito y ni le considerabas para el recibimiento de un mensaje de humo. ¿Te habías olvidado de él? No, de eso nunca. No eres así y no le cabía en la cabeza ese argumento. Para Nishinoya eras la mujer perfecta, quien le daba mimos en su alocado cabello dejándolo dormido en tu regazo. Eras el alma que lo esperaba después de las prácticas, clavando de lleno en su pecho por la número 856 una flecha de cupido.

Decías unas palabras torpes y ya lo estabas conquistando por novena vez.

Seguridad, eso le brindas. Pero el problema es que entra en un borde del pánico si no te ve. Aunque claro, esa es su primera reacción. Después, empieza a resumir sus últimas conversaciones y nada estaba fuera de lo común. Un último mensaje de buenas noches hacia dos días, y listo, te perdiste.

—¿No crees que le pasó algo? –Kinnoshita lo apuñaló directamente por el costado con la duda–.

¿Pasarte algo? ¿Un accidente? ¿Te caíste? ¡¿Te secuestraron?!.

—Ya sabes, un resfriado o...

—¡AHHHHHH! –se aprieta la cabeza con las manos y se balancea hacia atrás en su asiento–.

Una gota de nerviosismo se escurre por la mejilla de Kinnoshita. El pequeño de Yū solo se preocupaba de esta manera cuando se trataba de tí. Su lado salvaje lo predomina, y no por el lado que debería.

Su irreverente ataque de pánico se calmó cuando entró el profesor de matemáticas y le rogó que se callara. Allí en el resto del periodo escolar, asimiló mejor las posibilidades. Bien debía admitir que estaba exagerando, y quería respuestas. Sólo se agrieta de esa forma porque no llevaban tanto saliendo. Para que salieras con él, pasó todo el segundo año en el que sólo te decía Buenos días y Buenas tardes en un tono de voz particularmente agudo. Eras la estela de reconocimiento arduo en trabajo, responsabilidad y carisma pura, pero sobretodo Modestia. Entonces ¿Cómo podía venir él y simplemente invitarte a salir?. Se llevó más de un balonazo en la cara por pensar en ti.

Pero volviendo al presente, eso ya había quedado en el pasado. Esto era ahora y mucho más importante.

Se armó de valor, corrió hasta tu casa después de la práctica. Llevando una reprimienda de Ennoshita por ser un descuidado. Y tocó la puerta. Esperó, esperó y nada. Tal vez debió llamarte antes, si eso. Pero ¿Y ahora?. Iba a volver a tocar pero se abrió de golpe la puerta. Ahí te encontrabas parada, con la pijama y un severo moretón en el cuello, o bueno, parecía un moretón. Tus cuencas perezosas gozaban de unas circunferencias negras como las de un mapache, ojeras. Pero lo que más le llamo la atención era que ese sarpullido tan consistente en tu cuello se paseaba mucho más abajo, hasta tu mano que sostenía la puerta.

—¡¿Qué sucedió?!

Entró sin esperar nada a la sala. Tan preocupado de golpe y los ojos aguados.

—¡Yū! –cerraste la puerta y le aconsejas que baje la voz–. Es sólo una alergia...

Mientras ibas explicando, se llenó de temor por el resto de tus piernas desnudas, que tenían el mismo sarpullido tan visible con una extraña mezcla entre el rojo y un púrpura.

—Parecen quemaduras.

—Pero no lo son, y... cielo, mis ojos están aquí.

Sus orejas se endurecieron por su sonrojo precoz y se aclaró la garganta. Estabas en pijama y se regañó mentalmente por mirar más de lo usual.

HQ!! ━ [ᴱˢᶜᵉⁿᵃʳⁱᵒˢ ⁻ ᴵᵐᵃᵍⁱⁿᵃˢ ⁻ ᴼⁿᵉ ˢʰᵒᵗˢ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora