HQ!! ━ [ᴱˢᶜᵉⁿᵃʳⁱᵒˢ ⁻ ᴵᵐᵃᵍⁱⁿᵃˢ ⁻ ᴼⁿᵉ ˢʰᵒᵗˢ]

Te imaginas

Te imaginas que Suna sea el único que te sepa leer adecuadamente

—No.

—No puedes negarlo.

—Deja de fastidiar.

Atsumu provocó un chasquido con su lengua. El sonido insertó indiferencia por el aire. Dejando acabada la supuesta confrontación de gustos, pero Osamu interfirió por el placer culposo de estar de vez en cuando de acuerdo con su hermano.

—Para estar en conjunto, acepta el helado de torta suiza –le miras como perro rabioso y parecía que tu nariz se contraía de la irritacion–, es mejor que esa mezcolanza que tienes ahí.

—Ya pedí la supuesta “mezcolanza”.

—Pero en el cupón dice que si compramos tres del mismo sabor, nos lo venden al precio de uno –agregó el rubio teñido con su cínica sonrisa mientras hacía bailar el papelito glasé por su dígito y medio–.

—Atsumu ¿puedes hacerle el favor del día al oxígeno que respiro y callarte la jodida boca?

—No me callo y menos a petición de groseras como tú.

¿Por qué? ¿Por qué cuando se ponían en conjunto más allá de un partido por la duela tenía que ser para picotear tu santo humor de perros o al inocente sulfúrico de turno? Insistiendo en que el bendito cupón que recibió Atsumu hace dos días tenía validez para tres helados del mismo sabor, pero ¡No querías torta suiza! Querías la oportunidad que ofrecía la heladería al frente de la universidad para mezclar sabores, aunque dijeras que lo pagabas tú y aunque ya lo hubieras pedido. Estúpidos, parecen mocosos que comieron arena sin querer en el jardín de niños. Algo que si hicieron, porque los vistes crecer hasta que Atsumu tuviera una gripe y le jodiera la existencia a la humanidad, porque si el mayor de los gemelos tuvo un mal día, la humanidad tenía un mal día.

¿Osamu? Osamu era el chiste en la ecuación. La X complementaria que aunque nadie sabe que hace ahí, existe. Para colmo, con esa mirada oscura, gris, penetrante y reprochable hacia tu persona.

—¡Ya dije! –alzas la voz con la cara tan roja como el sabor de fresa alumbrando en todo el frente– ¡Yo pago el mío!

El idiota mayor hizo un puchero para seguirle con esa expresión de prepotencia infantil en que abre la boca más de lo necesario.

—¡Pero no valdrán a como dice aquí! –picotea con su dedo de manicure bien cuidado el papelito del cupón– ¡¿Por qué eres tan terca?!

En situaciones así, la razón lógica era mirar al gemelo menor de semblante estoico para buscar algo de apoyo, pero hasta Osamu estaba en sintonía con su hermano. Lanzaste un bufido de toro tauri lleno de ira y complementas la escena que estaban realizando en el local.

~

Tus pies pesaban como cemento recién secado y el aura vibrante de tonos oscuros combinaban con tus ojos airosos de cólera. El helado de torta suiza que tenías le mirabas con asco. Negación conflictiva en que por una vez, por una bendita vez, no querías ceder a los caprichos de los gemelos como niñera bien pagada, porque a fin de cuentas, si fueras una niñera de dos tipos con la misma cara de más de 1.80, en visión general del público, eras mal pagada. Sueldo ni llegando al mínimo.

Para colmo, tentando a la paciencia que perdiste con los años, la misma universidad era el efecto unilateral del desapego. Los querías, de verdad que sí. Pero te sabía a cebolla quemada el hecho de que hasta sus salones a veces coincidieran o estuvieran viviendo justo como vecinos en la misma residencia. La señora Miya es un ser celestial, ¿cómo le hacía? ¿usaba magia? ¿Consultaba una terapia de entrada al plano astral? Porque la mamá de esos grandulones mastodontes era un ser de luz que con una cubeta de agua bien fría podía sosegar las peleas salvajes que cometían en la casa familiar.