HQ!! ━ [ᴱˢᶜᵉⁿᵃʳⁱᵒˢ ⁻ ᴵᵐᵃᵍⁱⁿᵃˢ ⁻ ᴼⁿᵉ ˢʰᵒᵗˢ]

Te imaginas

Te imaginas que Hakuba te trate como miniatura en equipaje

En Nagano, hay una brisa que corre siempre por la ventanas a temperatura fría y aire húmedo. Esa somnolencia que produce sueño gracias a los calores de la tarde, o lo gélido de la noche, haciendo que el simple tacto sea tibio. Los roces de hombros, caricias vespertinas o un jadeo imprudente que es muteado por la gran palma de Gao.

La poca luz visible que atraviesa la ventana es por parte de las estrellas y la pantalla del móvil cargando sobre la mesa de noche.

El ir y venir de tus caderas sobre su vientre bajo era rítmico, cada instante más provocativo. Su otra mano aún rebusca por debajo de la tela de tu bermuda prestada, intentando ser lo más delicado posible. Sus dígitos acariciaron tu cuello rumbo a hacerte reclinar sobre él, besando tus labios, dejando una que otra mordida descuidada. Tiemblas con el calor estremeciendo la contraparte de tu poco autodominio, terminando por dejar la tensión de tus muslos y hombros a un lado.

Si los descubrían, iban a meterse en el problema del año.

~

17 Minutos antes

—Gao me voy a caer.

—No... no te vas a caer –sus palabras atropelladas con un deje de diversión eran susurradas bajito–.

—Si me caeré.

—Que no, deja el drama.

Al borde de la cama, tratas de retomar un sueño interrumpido. Con las palmas juntas debajo del costado de tu cara, estabas inquieta y nerviosa. Los sonidos del pasillo ya fueron silenciados desde hace rato.

Trabajabas por mantener la compostura, pero el cuerpo de Gao que daba con la pared y su rostro enrojecido por el alcohol a unos 20 centímetros del tuyo era dibujado con diversión y sugerencia a molestarte más.

Por simples momentos, tus neuronas conectaron la teoría alterna de que debiste irte a casa apenas concluyó la pequeña reunión de los de tercer año en el pasillo de los dormitorios. O que pudiste ir a casa desde que mostraron una pequeña botella de sake y se fundieron con pocos tragos como los adolescentes primerizos que eran. Pero no se cruzó por tu mente cuando ese producto fermentado en arroz delinea tu garganta carrasposa por las risas, los chistes hacia el carácter de Kourai y los juegos de retos tontos. Era predecible la situación, porque las mejillas de Gao comenzaban a cobrar un color de caoba mínimo como los del resto del equipo y otros conocidos de clubes de deportes. Ya pasada la primera hora de madrugada, Hirugami como buen capitán, instó a todos rumbo a sus cuartos, de mala gana la mayoría terminó aceptando.

Por tu parte, te irías a casa solo a unas cuentas calles bajando de la escuela. No estabas tan poseída por el alcohol. O bueno, quizás si lo estabas, el vestido de verano que tenías puesto mas tus cejas fruncidas en confusión hasta por el calor no eran una buena señal. Entonces optas por ir al cuarto de la chica centro del club de Basket, ¡Pero no! Gao no te dejó ir. Apenas el pasillo fue despavorido en gentío, con disimulo, te alzó de sorpresa “Hoy duermes conmigo”, había susurrado.

Claro, no tenía segundas intenciones. Hasta te prestó ropa. Pero la sola idea de dormir por primera vez en el mismo sitio con el chico con el que salías no te ayudaba a conciliar el sueño de los nervios. Y cabe destacar que Gao es tan grande, que pareciera ocupar toda la cama. ¿Cómo sabrá Dios que quepan los dos ahí? Esa cama parecía haber sido mandada a personalizar porque era a medida de Hakuba Gao.

El estado bobo del alcohol se te pasó enseguida apenas se acostaron a la par, se apagaron las luces y quedaron frente a frente. Dormitaba tranquilo, aún con sus mejillas sonrosadas. Por más que cierres tus ojos, estaba siendo tan difícil tomar el sueño, el olor de Gao compenetrado en unas migas de alcohol fermentado y su sonrisa risueña sacudía tus cimientos. Tus piernas temblaban emocionadas, alejándote un poco más por inercia al borde de la cama, hasta hiciste una mueca torcida y ambigua. Los pliegues de la fina sábana blanca se mueven por debajo de tus muslos, haciendo que tus piernas se resbalen lentamente.