Moment of care [VII] ✧*。

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Goshiki Tsutomu - moment of care


El pobre estornudó por quinta vez consecutiva. Sus compañeros de clase le burlaron diciendo que hubiera sido mejor no haber ido a clase y él negaba contento que no era nada de lo que preocuparse.

Nada por lo que preocuparse, porque lo importante para él era no palidecer ante tu nariz enrojecida, tu rostro constipado y tus manos en aceptación de la bolsita de refrigerios para la gripe que te había traído esa tarde. Llevabas de permiso varios días. Goshiki venía desde el primero a traerte cosas o brindarte consuelo porque desde que te escuchó al otro lado de la línea no pudo evitar reírse por el tono francés de tu nariz tapadal. Lo habías regañado y se sintió culpable; prácticamente él no era de aprovechar la oportunidad para hacerte bromas así sean bobadas sin la pizca de malicia, porque Goshiki Tsutomu carece de la misma, por lo tanto, todos esos días buscaba la manera de escaparse del círculo de dormitorios para llevarte cosas y gritar un Buenas Tardes y un Lo siento, cada que podía. Rayos, era tan adorable.

—Deja de disculparte.

La cara se le coloreó de rojos y púrpuras fosforescentes, de pie en la entrada de la sala, con los labios apretados lleno de vergüenza.

No te inmuta su estado enrojecido porque fuiste mareada a la sala, por donde habías venido para dedicarte a seguir viendo la película que dejaste encendida, con el platillo de verduras frente al mesón para café central a medio comer.

—¿No quieres cenar? –se tambalea confuso por tus alrededores, con la timidez a flote–.

—No tengo nada de hambre.

Un escalofrío te invade y te enrollas con el cobertor de flores bordadas hasta la cabeza. El sudor se pega como goma de bambú en tu espalda y te molestas contigo misma.

—¡Oh! ¡Tsutomu-kun! –la voz de tu madre interrumpe de golpe– que alegría verte pasar por aquí hoy también. Sé que puedo contar contigo.

Se rasca la nuca nervioso y con una sonrisa de orgullo. Le echas una mirada de reojo apartando los ojos del TV y el fleco recto de Tsutomu era brillante. No puedes evitar sonreír en tu lugar y te tapas la cara con el cobertor. La fiebre te tenía con un dolor de cabeza, dejando todo a tu alrededor como un sonido molesto que quisieras apagar con un interruptor. Pero, la sonrisa de Goshiki no era necesario apagarla cuando era la más tierna de todas. El sentimentalismo y la fiebre no deberían ir de la mano.

—¿Tuviste práctica con el equipo? Capitán.

Aprovechas de sacudirle los nervios para llamarle por el título que se ganó en su último año. No debías ser la única avergonzada. Tu táctica fue simple, hacer que tu reciente novio se sentara en el sofá junto contigo a cierta distancia y lanzarle la pregunta de frente.

Se revolvió en su puesto. Asintió avergonzado por la observada intimidante que le dedicas y cierto grado de satisfacción te crece dentro del pecho.

Lo que sucede con Goshiki Tsutomu es que es un tipo alto, con cara seria y alma de bebé consentido. ¿Cómo no derretirse por esos gritos de determinación que pega de vez en vez o cuando le dan un halago de la nada y se siente recuperado al 100%? Tan determinado estaba que iría a las nacionales y llevaría a su equipo con él, de eso no había duda, al menos en tu cerebro.

—¿Te subió la fiebre? Estás demasiado roja de repente.

La otra cosa que sucedía con Goshiki Tsutomu es esa cercanía esporádica en que la timidez se le escapa del sistema y enfrenta tu cara nerviosa. A centímetros, preocupado por el ardor en el rostro. No soportas tanta atención hacia tí, los cuidados o las sonrisas especiales que te regala solo porque si.

Sin tu madre alrededor, le robas un beso a sus comisuras para voltearte otra vez al televisor ganando la partida.

Se quedó petrificado, pasmado con los ojos en blanco.

—¡Hey! ¡Me asustaste!

Ahogas una risilla, le revuelves el cabello e intentó tomarte por las muñecas. Sin querer le robas otro beso, se queja avergonzado y vuelves a reír sin parar moviendo las piernas como infante.

Todo lo contrario que debía hacer, era evitar dejarse debatir entre tus bromas para hacerle flaquear y que no quepa dentro de sí mismo. Pero le era imposible, porque terminaba derretido entre tus brazos enferma, haciéndole mimos a su cabello peinando hacia atrás sus finas hebras negras. Le era imposible ignorar que anduvieras mal por muy graciosa que suenes con la nariz tapada o por muy melosa que quisieras ser con él, porque hasta cuando se iba de camino a la academia, le besabas enamorada.

Debía hacer todo lo contrario, para no estornudar al día siguiente una tanda de diez veces consecutivas. Tener la nariz roja y caer por enfermo.

Nada de que preocuparse. Porque te mejorabas el tiempo en que él se enfermaba y cuidas de su consentido ser. Solo que eras más lista, procurando no besarlo ni darle otra cosa que palmadas de cariño en la frente. Nada por lo que preocuparse, por ser un mimoso, talentoso y tierno novio.

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Un drabble pequeño del bebé Tsutomu nunca hace daño ('∩。• ᵕ •。∩')

¡Feliz próximo año nuevo!

HQ!! ━ [ᴱˢᶜᵉⁿᵃʳⁱᵒˢ ⁻ ᴵᵐᵃᵍⁱⁿᵃˢ ⁻ ᴼⁿᵉ ˢʰᵒᵗˢ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora