Kozume Kenma - moment of care
Tocaste la puerta rápidamente. El agua iba cayendo por tu cabello.
Ibas completamente empapada de pies a cabeza. El frío traspasando tu camiseta dejándola transparente, mientras tu piel se sentía demasiado helada. El suéter que traías no cumplía su trabajo al ser demasiado ligero y por lo tanto inútil. Al estar allí parada y no estar en movimiento, era inevitable no comenzar a temblar.
La puerta se abrió y la pequeña sonrisa de Kenma cambio repentinamente a una de reproche y enojo tras verte.
Alzaste los brazos mojados con el paraguas hecho un desastre en una de tus manos.
—¡Sorpresa! –trataste de exclamar, pero tu garganta te traicionó y se cortó a último momento–.
~
—No sé cuántas veces esto seguirá sucediendo.
Sentada en medio de la sala, Kozume te tenía secándote con dos toallas y cubriendo tus piernas con una manta.
—Te dije que si te encuentras con las defensas bajas, lo más prudente es no viajar –comentó enojado–.
Era la semana después de exámenes en la universidad. Decidiste ir a visitar a tu novio para darle la sorpresa. Como últimamente tenías bastantes alergias por la humedad, Kenma te recomendó que te recuperaras por completo antes que venir a su propia casa en esa época.
Pero no era tu culpa. En medio del camino de la estación a su casa el paraguas comenzó a tener fallas. Por fallas nos referimos a que se volteó entero, el viento te arrastraba y tu bufanda decidió irse con la "ventisca". Antes de la mitad tus pies se hallaban congelados. Parecías Mary Popins teniendo un mal día.
—Lo siento –dijiste suavemente–.
El frío todavía no abandonaba tu cuerpo. Agarraste con fuerza el edredón enrollándote cual sushi en él.
Comenzaste a estornudar unas tres veces seguidas. Kozume te observó con una mezcla de preocupación y regaño.
—Iré por el termómetro.
Fue al cuarto de baño y regresó con el objeto. Al tomar tu temperatura soltó un suspiro de alivio.
—Al menos no es fiebre. Pero no sé, no soy experto. Supongo que más tarde te la volveré a tomar.
—Lo siento –volviste a decir–.
Te acusó con su mirada. Con esos gestos graciosos y cortantes que solo él sabe hacer. Volvió a suspirar, agachando la cabeza.
Ésta no era tu idea de una sorpresa. La conspiración de una sorpresa se basaba en que llegarías, ilusionada, tocarías la puerta y él te recibiría de la mejor manera. Jugarían un rato, a pesar de que eras terrible en ello. Harían la cena, verían alguna película y hablarían de la universidad o de su trabajo. Para después hacerle mimos en su largo cabello y pasara lo que sucede en esos doramas coreanos.
Lo último que querías era esto, un malhumorado Kenma. La realidad era una cachetada brusca en la cara.
Ocultaste parte de tu rostro en el edredón enrollada.
—Lo siento –esta vez lo susurraste–.
Kenma alzó su cabeza, te analizó por unos momentos y su expresión cambio.
—Esta bien, no lo digas de nuevo –apartó el edredón de la mitad de tu cara y tu cabeza–. No sigas haciendo esos ojitos de gato triste que me es más difícil estar molesto contigo.
—No quería ser una molestia.
—No eres molestia. Solo debes de pensar que si te llegas a enfermar, sería mucho más problemático.
Asentiste mucho más relajada, Kenma sonrió. Se acercó para plantar un pequeño beso en la comisura de tus labios y volviste a estornudar.
Chequeo su lengua y revoloteó los ojos.
—Será mejor preparar un baño caliente.
~
Saliste con una pequeña toalla en tu cabeza secándote el cabello. Tus mejillas tomaron algo de calor.
Tenías puesta una gigante pijama de tu novio más su suéter holgado color negro. Marchaste a la cocina, siendo guiada por el olor de chocolate caliente.
—¿Segura que no comerás nada? Puedo prepararte sopa.
Negaste gentilmente, depositando tu rostro en su cuello. Lo abrazaste queriendo sentir su calidez.
—Esta bien. Yo prefiero hacer la cena. Puedo hacer Katsudon.
Sin decir nada más, correspondió tu abrazo, dando caricias a tu espalda, simulando pequeños círculos con sus dedos. Acto seguido, alzas la cabeza y le guardas un mechón que tiene suelto detrás de su oreja. No sabías si con el cabello así de largo se veía más guapo o más tierno de lo que era antes en la preparatoria.
—Presidente Kozume, ha de verse terriblemente atractivo en un traje negro.
Alzó su ceja confundido por el comentario provocativo tuyo. Nunca sabía cómo reaccionar ante esos flirteos, mientras el sonrojo adornaba sus mejillas. Sus manos tomaron tu hombros, separándose un poco.
—No digas esas cosas tan de repente.
—Pero, Sr. Presidente... –dijiste divertida–.
Frunció sus labios ante tu insistencia, él jamás admitiría por completo en voz alta, que le gustaba la idea de jugar esos roles, es una de sus fantasías. Pero sentía que no era el momento.
Se estaba tratando de desprender de ti.
—Sr. Presidente, no se separe, me encanta cuando me da calor.
Colocaste las manos en su pecho, apoyando el tacto en la yema de tus dedos.
Lo miraste en expectativa, con un tono tan provocativo.
Él trataba de cohibirse ante tus acciones, pero le era casi imposible cuando usabas ese tonito, curvabas tu cintura sobresaliendo tu retaguardia. Teniendo ese brillo sensual en los ojos. Era una invitación.
Los orificios de su nariz se ensancharon. Aún inquieto, encaminó sus manos por tu cintura y espalda. Te besó la frente, la nariz, las mejillas, para terminar en tus suaves labios y juguetear con ellos, pasó su boca a tu cuello, sentiste su respiración. Olías a menta. Apretó sus labios contra los tuyos otra vez, soltando un gruñido inaudible. Cuando se separó por la poca consistencia de oxígeno, temblaste por la mirada que te dedicaba. A escasos centímetros de tu rostro, sujetando tu barbilla.
Cuando estabas a punto de saltar sobre él, sacando tu secretaria mojigata interior accidentalmente volviste a estornudar con fuerza en su cara.
El joven enmarcó su rostro en una mueca torcida con asco. Te quedaste algo pasmada, con vergüenza. Se terminó separando de ti por completo.
Ibas a decir algo pero te interrumpió.
—Dejalo así. Ven, te tomaré la temperatura de nuevo.
Soltaste un suspiro decepcionada, yendo junto con él a donde habían dejado el termómetro.
Mary Popins si que tuvo un mal día.
~
Más tarde te preparó una sopa de pollo, y se recostó junto contigo en el sofá, mientras revisaba algunas notas corporativas en su tablet.
—Más aunque sea dime qué soy la secretaria con gripe más sexy que haz conocido.
—Sin comentarios, ahora come.
Te sonrió de manera burlona y soltaste un respingo. Soplaste el contenido en la cuchara.
No estaba tan mal.
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HQ!! ━ [ᴱˢᶜᵉⁿᵃʳⁱᵒˢ ⁻ ᴵᵐᵃᵍⁱⁿᵃˢ ⁻ ᴼⁿᵉ ˢʰᵒᵗˢ]
FanficOtro libro pedorro de One Shots. ¿Quieres saber cómo reaccionan nuestros queridos personajes a distintas situaciones? Te invito a leer. [Haikyuu!! book] [2O2O] Edición de portada realizada por mí y créditos de ilustración a throttleetwt -Twitter- ...