Capítulo 2: El hijo perfecto.

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Narra Noah.

Levantarme temprano para repasar los acordes que había aprendido ya era una costumbre desde que mamá me descubrió este pasatiempo. Ella me había dado un discurso de que la música era una distracción y no había futuro para mi en esa industria. Por lo que mi sueño de vivir de eso se había pinchado, aunque lo seguía haciendo por la simple razón de que me relajaba.

Mis padres seguían creyendo que mi futuro estaba en seguir los pasos de mi padre, sólo por el hecho de no ser bueno en los deportes como mi hermano. Mi hermano, Ryan Specey, era el orgullo de la familia por conseguir una beca en la Universidad por jugar bien al Béisbol. Papá presumía de él en el estudio donde trabajaba y hablaba de mi como su sucesor. Así que con el tiempo me convertiría, según él, en el heredero del estudio jurídico Specey & Asociados.

Los pasos en la casa comenzaron a resonar a medida que las agujas del reloj se acercaban a marcar las siete en punto. Era una rutina familiar levantarnos todos a esa hora, no importaba que alguien se sintiera mal o incluso tuviese tiempo libre en la mañana. La casa de la familia Specey funcionaba como un reloj y yo debía seguir a la manada.

—¡Noah! —Mamá golpeó la puerta en el mismo momento en que la segunda alarma de mi despertador sonó— Baja que hay que desayunar, cariño.

Y como buen chico responsable que soy, guardé mi guitarra en su escondite junto con las hojas de mis acordes, para bajar a desayunar con mis padres. Siempre hace lo que ellos creían correcto, nunca intenté revelarme o cambiar la forma en que las cosas se dieron. Los roles estaban bien definidos dentro de mi casa y a mi me tocaba el papel del estudioso que iría a la facultad para seguir la carrera de abogacía.

—Buenos días mamá. —La saludé mientras me sentaba en la barra de desayuno con una taza de café en las manos.

—Hola hijo. —Saludó ella con una sonrisa muy grande.

Cuando mamá estaba de ese humor, super feliz, tenía que ver con Ryan. No pregunte nada, en algún momento lo diría. Me concentré en desayunar como cada mañana, pensando en las clases que tendría por delante y como afrontar un día más encerrado en una biblioteca para no perder mi promedio. Mi vida era así de predecible.

Cuando me dispuse a levantar las cosas que había ensuciado, siguiendo la regla que mamá había impuesto cada vez que dejábamos un regadero con los platos.

—Oh, cariño, no te he dicho —Mamá se paró a mi lado mientras dejaba las cosas en el fregadero. Era el momento de que me enterara que noticias había dejado Ryan—. Llamó tu hermano y me confirmó que hoy viene a visitarnos —Una amplia sonrisa estaba en su rostro—. Dijo que se quedará en casa por el fin de semana.

—Genial. —Murmuré con un poco de sarcasmo que mamá no llegó a notar.

Nadie tenía dudas que mi familia giraba en torno a la estrella de béisbol, ubicado en el pedestal más alto que pudieron encontrar. Papá siempre dijo que Ryan le recordaba a sus viejas épocas de deportista, antes de que su padre le insistiera para que estudiara abogacía. Mamá estaba encantada de poder presumir al atleta de la familia con todas sus amigas y expresar su adoración por los logros de mi hermano. ¿Qué hacer contra eso? Sobrevivir.

—Deberías pasar más tiempo con él mientras este aquí. —Insinuó mamá, como cada vez que Ryan aparecía. Ella creía que juntarme con él me influenciaría a participar en un equipo, aunque ella nunca pudo ver que eso no era de mi interés.

—No creo que pueda, mamá, tengo cosas que hacer, trabajos que terminar —Estar en el último año y preparar todo lo que implicaba de la facultad no me daba mucho tiempo libre. Y el poco que tenía no lo utilizaría en pasarlo con él—. Y no todos conseguimos una beca por deportes. —Murmuré con la intención de que no me escuchara.

Opposites Attract. [Attraction #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora