CAPÍTULO 1

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Piper cepillaba su cabello largo y rubio sentada en la amplia cama matrimonial de su lujosa habitación mientras pensaba en cómo la vida había sido tan fácil para ella.
Un marido, un hijo adolescente y una hija preadolescente que sin duda, le habían traído muchas alegrías a su vida, eso sin contar que sus padres, los señores Chapman, estaban bastante orgullosos de su única hija, puesto que aunque tenía dos hermanos varones, ella siempre había sido todo el centro de atención.
Últimamente se había estado sintiendo un poco presionada por su esposo, Larry Bloom, quien era uno de los principales benefactores de la iglesia local, y dado que era bastante bueno siendo arquitecto, el dinero no le era un problema en lo absoluto, y después de quince años de matrimonio, las cosas seguían yendo en ascenso en cuestiones económicas.

Ellos se habían casado a los veinte, mucho antes de terminar su carrera universitaria, puesto que Piper esperaba a su primogénito Charles, y aunque la vida desde entonces había elegido el rumbo de los planes para ella, no dejó que nada la detuviera y tal como la familia religiosa y devota de los Bloom deseaba, ellos unieron su vida para formar una familia de bien y con principios.
Los Chapman no pudieron estar más de acuerdo, alabando la propuesta de matrimonio que Larry con un enorme anillo de diamantes le había hecho a la rubia, que aunque dudaba un poco, siempre creyó que era la mejor opción.

­­­— He escuchado que hay alguien que puede estar ovulando ésta mañana...— susurró acercándose a Piper por la espalda, y precisamente, ese era el motivo de estrés y presión para la rubia en los últimos días.

— Mmm-hmmm...— musitó incómoda.

— A que es mi hermosa esposa, ¿no es cierto? — besó el cuello de Piper que de inmediato se hizo a un lado para mirarlo.

— Podría ser...

— Entonces más vale que te quitemos esto antes de que debamos ir a la iglesia...— dijo bajando el delgado tirante de la bata de la rubia deslizándola por su hombro con rapidez.

Ella sabía bien que no podía negarse, era su único deber ser una buena esposa, tal y como lo había prometido ante la iglesia el día en que se casaron, y como su madre le había estado aconsejando cada vez que se veían.
"Tienes que encargarte de que la casa esté aseada y provista de todo..." Había dicho Carol, "Y eso sin contar que debes complacer a tu esposo en todo lo que quiera aunque tú no estés de humor, si sabes a lo que me refiero." Sus consejos siempre eran machistas y ridículos, o al menos eso pensaba Piper, por lo cual, seguramente su madre lucía tan infeliz después de tantos años de matrimonio con su esposo Bill.
Pero las cosas eran así, y tanto la iglesia como su madre, estaban de acuerdo en algo: las esposas solamente servían para complacer a sus esposos y nada más, eso era lo que los hacía felices y también, lo que agradaba a Dios.

Hacía ya años que no disfrutaba la intimidad con Larry. Se sentía más bien como un mueble al que él acudía cuando tenía ganas, y lo único que debía hacer era quedarse quieta y esperar a que el suplicio pasara.
No quería embarazarse de nuevo, tenía eso muy claro, pero tampoco es que pudiera negarse a darle un hijo más a su esposo, porque eso por supuesto, sería considerado una grave falta a su matrimonio.
Y por azares del destino, o tal vez por la intercesión del Dios todo poderoso del que todos hablaban y al que iban a agradecer cada fin de semana a la iglesia, no habían conseguido un tercer embarazo por más que lo habían intentado, y aunque eso la mantenía pensativa, en el fondo le alegraba mucho que no sucediera.

Los besos de Larry eran insípidos, y tal como se sentía ella con obligación de corresponderle, también sentía que él mismo la besaba por obligación, lo cual, en la opinión de cualquiera, perdía toda la magia y sentimientos de por medio.
Sus caricias eran toscas, a tal grado de que más bien le importaba satisfacer sus deseos sin importarle cómo se sentía la rubia o cómo lucía, porque su cara después de tener sexo no era para nada feliz.
Más bien, lo único que quería era rodar sobre su espalda y hacerse a un lado para que él entendiera el mensaje y se alejara como cada vez luego de terminar.

MI ALMA GEMELADonde viven las historias. Descúbrelo ahora