CAPÍTULO 2

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Entonces, para los que se están debatiendo las cualidades del alma gemela de ese alguien especial que hablaba justo en el prólogo de la historia, vamos a mirar algunos de los criterios que son absolutamente necesarios si esta persona es su alma gemela.
En primer lugar: esta persona puede venir en un envoltorio inusual. No tu tipo típico, sino, algo totalmente diferente que incluso puede ir en contra de todo lo que has trabajado por tu vida entera, pero el amor es así, como una corriente abrazadora te desarma para volver a construirte al lado de esa persona especial de la forma en que debes ser.

Uno de los días en que Piper se sentía más sofocada por toda la presión que recibía tanto de los miembros de la iglesia, como de su propio esposo, acudió con la única persona que sabía todo de ella; esa mujer que había estado ahí para ella incluso desde antes de su matrimonio.
A veces creía que no la valoraba como debía, puesto que la mujer siempre estaba dispuesta a apoyarla o al menos a escucharla ante cualquier situación, y el que existiera una sola persona en el mundo dispuesta a no juzgar sus pensamientos y emociones ya era mucho que decir dentro del círculo social en el que Piper se hallaba, y por supuesto, no era ni un poco del agrado de sus padres y mucho menos de Larry, quien nunca estaba tranquilo cuando su esposa salía con su vieja amiga.

— ¡Te va a encantar esta historia! — dijo la mujer cuyos cabellos rojos brillaban con el sol de la mañana mientras le señalaba el monitor de su computadora portátil en el cual, estaba preparando un documental. — O tal vez no... — dudó viendo la expresión en el rostro de Piper.
Galina Reznikov había sido su amiga y su guía por un largo tiempo, y ella sabía bastante bien que dentro del corazón de la rubia solo había cariño hacia su esposo, pero ningún otro sentimiento tan vibrante como el amor, aunque Piper no era capaz de aceptar aquello. — Vamos por un trago. — dijo finalmente poniéndose de pie.

— Yo... Yo no sé lo que estoy haciendo... — soltó amargamente bebiendo de su margarita en el pequeño despacho de Red, cuyos sofás mullidos y algo maltratados, eran justamente el diván que Piper necesitaba para soltar sus penas con toda confianza.

— No estás haciendo nada malo, ¡para con eso, niña! — la mujer mayor rodó los ojos, puesto que no era la primera vez que se lo hacía saber. — Tal vez es una señal. — se encogió de hombros.

— Bueno, por eso estoy convenciendo a Larry de adoptar... — Piper suspiró resignada.

— Escucha, mi ángel exquisito, sé que eres mejor que nadie... — la rubia asintió casi a punto de llorar cuando Red le tomó la mano. — Entre tus arcaicos padres, y las cruzadas en contra de todo lo que se hace fuera de la iglesia de Larry, esto de la adopción es un testamento a tu fortaleza... O bien, a demencia completa. — sentenció haciendo ademanes que hicieron sonreír un poco a la rubia por la faceta teatral de Red. — Dime algo, ¿qué hay de todo eso que te beneficie a ti? Vamos, dame tus manos... — estiró las suyas para que Piper hiciera lo mismo, y en seguida lo hizo aunque no muy convencida, porque sabía bien que cuando Red le tomaba las manos, siempre le decía exactamente lo mismo que en su interior, ella sabía. — Voy a decirte lo mismo que te he dicho un millón de veces: él no es tu alma gemela. ¿De acuerdo? Y esa tonta pequeña congregación no es el único camino... 

— Yo lo sé, es solo que... — intentó defenderse.

— Espera, aún no he terminado... Oh.... Joder... — sonrío Red.

— ¿Qué sucede? 

— Creo que definitivamente deberías buscar la adopción. — puntualizó con seriedad dejando completamente confundida a la rubia. — Definitivamente alguien está viniendo a tu vida decidido a entrar de lleno en una enorme y maravillosa manera... — sonrió de forma pícara.

MI ALMA GEMELADonde viven las historias. Descúbrelo ahora