MI ALMA GEMELA

CAPÍTULO 21

— ¡Piper! — el grito desgarrador y profundo de Red fue lo último que la rubia alcanzó a escuchar antes de perder el conocimiento por completo y ver oscurecer poco a poco su panorama, pero sin embargo, quien inmediatamente se había lanzado a detener su caída había sido Alex, que bastante preocupada no pudo dejar de llorar a penas se la llevaron en la ambulancia.
El tener a la mujer de su vida sin conciencia en sus brazos la hizo pensar mil y un cosas malas que, precisamente, habían sido provocadas por ella y su mal juicio al elegir las palabras con las que le estaba hablando y la manera de haber reaccionado así de mal ante ella.
Mientras la ambulancia se alejaba con el sonido estridente de la sirena y las torretas encendidas rumbo al hospital, Nicky le acariciaba la espalda tratando de tranquilizarla, pero sin embargo, Alex no podía sentirse consolada de ninguna forma, no al menos pensando en las palabras que le había dicho al amor de su vida y que habían sido las causantes de todo aquel desastre que ahora las envolvía ante la incertidumbre de no saber cómo estaba Piper.

Al día siguiente, Alex aún seguía en shock, y aunque no había podido dormir ni siquiera un poco, lo único en lo que podía pensar era en Piper, en lo mucho que deseaba que estuviera bien, ella y por supuesto su bebé también.
Nicky estuvo ahí a su lado pasando la noche para no dejarla sola, pues sabía que no estaba nada bien y la conocía tan bien, que estaba más que segura de que no iba a poder dormir, y que seguramente se le ocurriría hacer una y mil locuras, que desde luego, ella no iba a permitir.
Y a primera hora de la mañana se sentaron en la barra de la cocina de la escritora, mientras la pelirroja pretendía hacerla beber un té para que se tranquilizara, pero la culpa de Alex era sin duda enorme por todo lo que había dicho, y el mal rato que le había hecho pasar a Piper.
No podía concebir el haberse comportado así con ella cuando la rubia insistía una y otra vez en darle explicaciones que de hecho, ni siquiera debía darle.
Ambas estaban haciendo sus vidas aparte desde hacía ya algo de tiempo, y además, por decisión precisamente de la pelinegra, y ella sabía perfectamente bien que no tenía ningún derecho de juzgarla como lo hizo, no debería haberle dicho esas cosas ni tampoco debería haberse comportado como una tonta y dejando a sus celos hablar, sin embargo es imposible regresar el tiempo, y ella había sacado toda su furia contra la mujer que amaba y que más le importaba en el mundo entero sin contenerse ni siquiera un poco, así que ahora, lo único que podía hacer era lidiar con todos los malos sentimientos que eso le había dejado, y desear con todas sus fuerzas que la rubia y el bebé estuvieran muy bien y pronto pudieran volver a su casa.
Sus lágrimas amargas no habían dejado de salir desde que se levantó, estaba asustada, preocupada y sintiéndose como el peor de los monstruos en la faz de la tierra, y ahora ni siquiera tenía idea de cómo podría saber si la rubia estaba bien.
No podía simplemente llamarla, o ir a visitarla, porque estaba casi segura de que Piper no iba a querer ni siquiera verla, y eso aunado a que seguramente su esposo estaría ahí, era simplemente inconcebible, porque no podía solo aparecerse ahí de la nada y decir que iba a ver a la rubia, porque desde luego, ni siquiera la dejarían entrar por más que rogara.

— ¿Cómo podría yo ir al hospital? — sollozó Alex haciendo a un lado la taza de té que Nicky le había ofrecido y llevándose los lentes a la cabeza.

— Podríamos solo llamar para saber cómo está... — la pelirroja sugirió acercándole de nuevo la taza.

— No, Nicky... Yo no soy familiar de ella, ni siquiera pertenezco a nada cercano a ella...

— Tal vez pueda decirle a Lorna que le pregunte a Red, sabes que ella me lo contará... Trata de calmarte por favor, Alex... — la voz de la pelirroja pretendía ser suave, pero ya estaba comenzando a resentir su falta de sueño y estaba también empezando a portarse un poco áspera con su mejor amiga que no dejaba de pensar en lo mal que se había portado con la rubia.