CAPÍTULO 10

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Después de aquel encuentro Piper pensó que se sentiría mal o incluso muy culpable de lo que había sucedido en casa de Alex, pero contrario a eso, se sentía liberada.
No es que hubieran llegado a tener sexo, pero habían estado más juntas que nunca, con sus cuerpos anhelantes de deseo.
Caminaba por la ciudad haciendo sus compras habituales pero sin dejar de sonreír pensando en los besos y las palabras que Alex le había dado.
Ella nunca se había sentido así, jamás había sentido nada de lo que había compartido con la escritora aquel día, y no podía dejar de sentirse feliz.
Cuando hablaban por teléfono no tocaban específicamente el tema, pero se decían un par de indirectas que especialmente a Piper le hacían sonrojar las mejillas.
Adoraba cada cosa que tuviera que ver con Alex, y cuando su celular sonaba en llamada o videollamada de ella, su corazón latía con rapidez como presagiando lo feliz que estaba.

Uno de esos días en que volvió a casa después de ir al supermercado a surtir la despensa, se encontró con una nota de Charlie en el refrigerador, quien había escrito que irían los tres al cine y que volverían para la cena, por lo que aún disponía de al menos cuatro horas antes de que ellos estuvieran de regreso.
Ni siquiera tuvo que pensarse mucho el hecho de qué estaría ella haciendo durante ese tiempo a solas, así que casi de forma automática tomó su celular y marcó el número que ya se sabía de memoria anhelando por escuchar la voz de la mujer que le hacía temblar las piernas y el corazón al mismo tiempo.

— ¡Hola!

— Hola, Al... — Dijo con la sonrisa en los labios. — ¿Estás ocupada?

— Para ti nunca, hermosa... — Alex se mordió los labios por  haberla llamado de esa manera, pero en su opinión, esa palabra ni siquiera le hacía justicia a lo bella que era. — ¿Y tú?

— No, yo... Estoy libre un par de horas... — La rubia titubeó.

— Oh, genial... ¿Qué tal si nos mudamos a una videollamada y me dices lo que quieres hacer? — Alex no pudo evitar su voz juguetona y sugerente, pues aunque en realidad no habían ido más allá de besos y caricias la otra ocasión, deseaba tener mucho más de Piper.

— Tengo una mejor idea, ¿por qué no vamos a cenar a algún sitio lindo en la ciudad? Yo invito.— Sugirió Piper casi sintiéndose avergonzada.

— ¿Me estás invitando a una cita, Chapman? Que atrevido de tu parte... — Alex se lamió los labios completamente halagada.

— Sí, bueno... Si no quieres solo podemos...

— Es perfecto. — Sonrío Alex por la timidez de la otra mujer que parecía retractarse bastante rápido. 
— ¿Seguirás la costumbre y tradición pasando por mí o te veo en algún sitio? — Se burló.

— Estaré ahí en veinte minutos... No necesitas ni dos para verte preciosa, así que... Tienes tiempo de sobra. — Las mejillas se sintieron completamente calientes de un segundo a otro, ella no se consideraba nada buena para coquetear, pero sin duda, aquellas palabras habían hecho palpitar con fuerza el corazón de Alex.

Tomó de nuevo su bolso y se acomodó un poco el cabello mirándose al espejo que tenían en el recibidor. Guardó su celular y sus llaves pensando en que sería lindo comprarle un ramo de flores en el camino, es decir, ella las había recibido a veces en su cumpleaños o fechas importantes, pero pensó que sería un detalle aún más valioso recibirlas sin ser un día especial, y quería que Alex se sintiera de esa forma en que ella nunca se había sentido, pero que estaba segura, que debía ser una racha de emociones que le harían estallar el pecho de tanto amor contenido en un simple ramo de flores.
A penas se sonrió a sí misma en el espejo notando en sus ojos un brillo especial que jamás había distinguido y que en su opinión, la hacía lucir feliz y radiante. Se dio la vuelta dispuesta a avanzar hacia la puerta cuando ésta se abrió de repente.

MI ALMA GEMELADonde viven las historias. Descúbrelo ahora