CAPÍTULO 14

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Tal vez alguno de ustedes esté pensando: "ese épico amor no puede pasarme a mí". Pero cuando el verdadero amor entra en tu vida, lo épico sucede.
No se trata solo de cuentos de hadas, o de princesas encantadas donde algún día llegará el príncipe a despertarlas del letargo mágico, oh no, la historia de amor puede darse con esa persona que lleva años trabajando en el mismo sitio que tú y con quien ni siquiera has cruzado más de media palabra, o tal vez con esa persona que has visto varias veces pasear su perro en tu vecindario y a la que a penas y le intercambias una sonrisa.
El amor no se equivoca, porque también tiene su ritmo, tiene su tiempo y su ocasión para hacer especial lo ordinario, para hacer que la magia simplemente suceda.
Y una vez que encuentras a tu persona especial, estás desesperado o desesperada por estar a su lado, así que mueves cielo, mar y tierra para poder lograrlo.

Piper se acercó a la puerta para despedirse de su familia, mientras Larry se encargaba de subir el equipaje de campamento de Jane a su auto y suspiró sintiéndose un poco culpable de lo ansiosa que estaba porque ellos se fueran por fin.
Anhelaba estar con Alex, besarla sin parar y compartir con ella tanto tiempo como no había hecho antes, dormirse en sus brazos y despertar aún envuelta por la bruma de ese amor que su corazón le dictaba minuto a minuto.
Quería ver películas acurrucada con ella y besarla de vez en cuando, tal vez trabajar en el proyecto del libro de Alex mientras compartían el té por la tarde, quizá incluso cocinar juntas y dedicarle a la pelinegra el mejor de sus platillos. Ella deseaba sentirse acompañada y amada, igual que siempre que estaba con Alex, y sabía que el pasar esa noche y la mayor parte del sábado en su casa seguramente sería un parte aguas en la historia de su vida.

— Solo digo que estoy demasiado grande para ir de campamento... — Refunfuñó Charlie subiendo su mochila al auto de mala manera.

— Eso no puedes decidirlo tú. — Repuso Larry. — Pero hagamos un trato, te dejaré en el grupo de los mayores y prometo que no voy a entrometerme en nada.

— La intención de esto es que convivas un poco más con tu padre, mi amor... — Piper acarició las mejillas de su hijo. — Además, tú siempre has disfrutado mucho de salir al aire libre, sé que te divertirás.

— De acuerdo... — Besó la mejilla de Piper.

— Cariño, no olvides ponerte un suéter por la noche, sabes lo mucho que te afecta el cambio de temperaturas... — Dijo acomodando el cabello de Jane con cariño.

— No te preocupes, mami. — Sonrió la niña. — Estaremos bien.

— Los amo... — La rubia besó la frente de su hija y le sonrío también a Charlie, pero esa sonrisa se vio desvanecida a penas Larry se volvió hacia ella.

— Volveremos el domingo por la tarde, pero te llamaré mañana, ¿de acuerdo? — Dijo él mirándola casi con amabilidad.

— Okay.

Larry se acercó a ella pretendiendo despedirse con un beso en los labios, pero hacía ya un tiempo que ella no estaba dispuesta ni siquiera a recibir ese tipo de muestras de afecto de él. Cuando no podía evitarlo simplemente se alejaba rápido después de no dejar que profundizara el beso, y esa no fue la ocasión, pues la rubia giró su rostro dejando solo que los labios de su esposo chocaran con su mejilla.
Y ni hablar de la intimidad, Piper no había permitido que él la volviera a tocar, no desde que había descubierto lo que en realidad significaba hacer el amor y eso era ahora solamente privilegio de Alex, porque aunque no podía ofrecerle de alguna forma una vida a su lado por ahora, podía al menos darle la exclusividad tanto de su corazón, su mente y desde luego, también de su cuerpo.

A penas se despidió de ellos observó el auto alejarse por la calle, y aguardó unos minutos antes de ir a preparar sus cosas para asegurarse de que ellos no hubiesen olvidado algo que los hiciera regresar a casa.
Cuando tuvo todo listo ni siquiera le avisó a Alex que iba en camino, ella solamente quería estar ahí sin perder ni un solo segundo de su tiempo para poder verla y estrecharla en sus brazos otra vez.
Ella sabía bien que Alex tenía la puerta siempre abierta para Nicky, pues no se ocupaba de ponerle seguro cuando estaba en casa, así que a penas bajó del auto con su maleta, se encaminó con prisa hasta el porche de la hermosa casa y lentamente giró la perilla para entrar y sorprender a la pelinegra.

MI ALMA GEMELADonde viven las historias. Descúbrelo ahora