14. Una Efímera Chispa

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-Entrenaremos mañana. Ahora necesito ver a mi familia. -sentencié.

Demetrius asintió como si entendiera lo que acababa de decir pero lo único que yo podía ver en su rostro era frustración y aquella mirada perdida que me indicó que no estaba siendo fácil para él. Por ello, opté por dejarlo solo, él necesitaba espacio para poder analizar y digerir todo lo que había sucedido hoy. Necesitaba más tiempo que solo una hora.

Yo, por otro lado, sí necesitaba ver a mi familia, así que tenía que encontrar la forma de salir del planeta por mi cuenta. Busqué la escama de Balthasar en mis bolsillos pero no la encontré así que traté de pensar en él con toda mi fuerza para ver si mágicamente sentía mi llamado y acudía en mi rescate. Pronuncié su nombre arduamente y le dije donde estaba, le pedí que por favor se reuniera conmigo. Al parecer el esfuerzo valió la pena porque al cabo de unos diez minutos escuché su gran aleteo, por lo que salí de la cabina y fui a su encuentro. Sin embargo, me había equivocado. Había pensado que era Balthasar pero no era así, era Orien quien aleteaba.

-Yo te llevo. -dijo Demetrius tras de mí y yo asentí.

Hizo que desapareciera la cápsula para luego salir de la fortaleza. Llegó hasta nosotros y ambos subimos al lomo de Orien para que luego él comenzara a aletear con fuerza, de modo que nos alzamos en las alturas con tal de salir de aquel mundo.

Al cabo de poco tiempo, llegamos a la tierra. Se veía asombroso desde nuestra altura, pero lamentablemente Orien no tardó demasiado en comenzar a descender para llevarnos a mi casa, a la cual llegamos rápidamente.

Bajé de su lomo y observé a Demetrius, posé mi mano sobre su rodilla y le hablé despacio.

-Estaré aquí. No me iré. -le di una leve caricia para llamar su atención, cosa que funcionó ya que su mirada se desvió hasta chocar con la mía- Si necesitas compañía puedes quedarte conmigo esta noche... si quieres puedo apoyarte... puedo acompañarte si me lo permites...

-Creo que estaré bien... -dijo pasados un par de segundos. Asentí lentamente y me acerqué a Orien.

-Adiós, Orien. -acaricié su melena y él se restregó contra mi mano, cosa que me hizo sonreír levemente.

Dejé a Orien y me encaminé hacia la puerta de entrada, le di una última mirada a Demetrius, quien me observaba atentamente y asintió, supuse que estaría bien. Desvié mi vista hacia el frente y toqué la puerta ya que al buscar las llaves no las encontré. Sin embargo, antes de tocar una segunda vez, sus fuertes brazos me dieron vuelta y me presionaron contra él mientras unía sus suaves labios a los míos. No tuve que pensar demasiado. Cerré mis ojos y le correspondí el beso, el cual a pesar de desbordar pasión, seguía siendo lento y un poco ardiente. Sus labios quemaban los míos mientras los reclamaba con ansias y deseo.

Separó sus labios de los míos lentamente dándole un final a eso que tanto habíamos deseado... pegó su frente a la mía, permitiéndome respirar su aliento achocolatado mientras abría lentamente los ojos... Al verlo de nuevo frente a mí, noté que Demetrius aún tenía los ojos cerrados y saboreaba con gozo el momento. No despegué mi pecho del suyo aunque apenas podía inhalar oxígeno debido a nuestras agitadas respiraciones. Él sonrió débilmente y por fin abrió sus globos oculares sin dejar de rodear mi cintura, dejándome ver de nuevo esas preciosas y destructivas tormentas que tenía por ojos.

-Ahora sí estaré bien... -dijo en un ligero susurro que me erizó la piel debido a que su aliento chocó con fuerza contra el mío mientras hablaba.

Tomó una gran bocanada de aire y comenzó a alejarse mientras yo pensaba en que tal vez había dicho que estaría bien pero yo era la que no quería que se fuera...

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