20. La Coronación

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Al salir de la bañera después de una hora, me coloqué la bata de baño que estaba guindada en un gancho y salí del lugar. Cuando entré a la habitación percaté de que todo el equipo estaba alborotado y usando sus dones. Al acercarme un poco más noté que estaban terminando de confeccionar y arreglar un hermoso y despampanante vestido verde esmeralda con detalles dorados en el pecho y en la falda. De los hombros al cuello tenía una sedosa tela transparente de un tono verde con detalles que iban del cuello a los hombros en degradado ya que cada vez iban desapareciendo, hasta que a partir de las mangas y el comienzo del corte corazón, se podían ver arabescos delicados dorados que llegaban hasta la primera capa de la falda, la cual poseía mucho relieve y era de seda. Luego, por debajo de la primera capa de la falda, se encontraba una tela transparente verde con los mismos delicados arabescos dorados. Era un vestido elegante y refinado pero despampanante y voluminoso. Sin embargo, lo único en lo que podía pensar es que era precioso.

-Pensé que te gustaría. -dijo Lydia- Lo diseñé para ti.

-Pues es...

-No me digas que no te gusta, por favor. -dijo entre risas.

-No, no, es todo lo contrario. Es precioso, Lydia, es... sencillamente hermoso. Aunque no es tan sencillo que digamos. -reí.

-No, no es sencillo pero valdrá la pena el esfuerzo cuando lo tengas puesto.

Asentí y le agradecí una vez más por el valioso y costoso esfuerzo que había hecho.

Enseguida, entré al baño de nuevo y me coloqué ropa interior para después volver a salir en mi bata y quitármela en el momento justo en que me iba a poner el vestido. Lydia se encargó personalmente de arreglar cualquier desperfecto y de colocarme unos tacones altos verdes esmeralda a juego con el vestido. Me colocó unos zarcillos largos, a juego también y me observó como si fuera una obra de arte recién terminada.

-Estás lista y fantástica. Quien te diga lo contrario solo siente envidia. -dijo orgullosa y llena de seguridad.

-Gracias, Lydia. -suspiré observando el hermoso vestido.

-Iré a avisarle a Zeus que estás lista. La ceremonia comenzará, al menos, en media hora mientras todos se reúnen.

-De acuerdo. Aquí te espero.

-No pensaba dejarte salir. -dijo con voz autoritaria- Pero te traje una distracción. -sonrió mientras dos chicas del equipo abrían las puertas para que Demetrius pasara.

Sin embargo, antes de entrar, se quedó en la entrada observándome con admiración. Al cabo de unos minutos, Lydia tosió y él reaccionó, cosa que me causó gracia así que no aguanté la risa.

-Los dejaré solos, -se dirigió a mi- pero si arruinas algo te haré papilla, Vanessa. Más vale que actúes como una muñeca de porcelana hasta que esté de regreso.

-De acuerdo, comandante. -hice un saludo militar y ella se rió para luego salir de la habitación.

-Estás... -dijo Demetrius sin saber qué palabra escoger- Preciosa... Aunque en realidad no tengo palabras para describirte ahora... -se relamió los labios y metió las manos en sus bolsillos.

-Bueno, "preciosa" funciona para mi. -reí y cambié de tema- Entonces... la coronación, ¿eh?

-Así es. -asintió con una sonrisa. Tenía una preciosa sonrisa- Pronto te coronarán como la ganadora y podrás reclamar lo que es tuyo por derecho. -su sonrisa cambió a ser maliciosa y casi sentí como las ganas de pecar me derretían por dentro... pero antes, tenía otros planes.

-¿Sabes? Hay algo que he querido hacer hace tiempo... -mordí mis labios y di un lento paso hacia él.

-¿Y qué es eso? -se acercó peligrosamente a mi hasta llegar a rodear mi cintura con los brazos.

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