Dónde el amor se debe plasmar en papel y letra pulcra.
Y se debe callar bajo la máscara de la amistad.
¿Por cuánto tiempo se podrá mantener el silencio de aquel amor naciente hacia su amigo de infancia y actual capitán del equipo de voleibol?
* .:｡✧...
Yuriko-san se estaba comportando extraño desde que la vi cuando mi entrenamiento terminó, y me preocupa, parecía nerviosa, un poco más despistada de lo normal y no me miraba directamente.
Algo que siempre a hecho incluso cuando yo no quiero que lo haga.
Ella es cálida, algo torpe pero siempre me hace reír, desde que la conozco tuve aquel instinto de protegerla de todo, y es la primera persona que no teme el cómo es mi carácter pasivo.
Me hace sentir cómodo.
Me hace sentir que no soy un robot.
Nuestro ritual de ir juntos a casa el día de hoy fue incómodo, intenté de hablar con ella como comúnmente lo hacemos, pero ella respondía monosílabos o desviaba con demasía su mirada
Incluso el acto de despedidas cuando estábamos afuera de nuestras casas, el cual adoptamos de niños, percibí el cómo el cuerpo de ella tembló.
Aquel beso esquimal y el abrazo que siguió después de aquel acto fue diferente.
¿Capaz se le hace incómodo ahora que somos mayores?
¿Ya no quiere que le demuestre cariño?
¿Hice algo para que se enojara?
¿La aburrió la repetición de mis actos, o los nuestros?
Al cerrar la puerta tras de mi, sentí un peso extra en mis hombros, y sentí tristeza.
No recuerdo haber hecho algo malo para que ella se sintiera mal o incomoda, siempre veo tanto por su comodidad como por el mío, pero con calma debo pensar qué puede estar pasando.
Saludé a mi abuela, con un abrazo y un beso en la mejilla, ella me notó cabizbajo, pero le brindé una sonrisa pequeña, pensando que lograría calmarla.
Pero lo que me dijo me dejó pensando un poco.
"Siempre hay alguien observando"
"Repetición, perseverancia y diligencia", siempre fue mi mantra, pero ahora estoy dudando el primer punto de aquello.
Espero poder hablar con ella mañana durante el día.
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Estaba esperando a Yuriko-san en la entrada de la preparatoria como siempre, y ahí la vi como todos los días, y se veía más relajada, el sentimiento de la tranquilidad me abrazó delicadamente.
-Discúlpame si me comporté como una tonta ayer. -Me lo dijo como siempre, con su voz cantarina y sonrisa de medio lado.
-No te trates de esa manera, está bien, todos tenemos nuestros días. -Le quise restar importancia, pero la curiosidad estaba ahí.
