Dónde el amor se debe plasmar en papel y letra pulcra.
Y se debe callar bajo la máscara de la amistad.
¿Por cuánto tiempo se podrá mantener el silencio de aquel amor naciente hacia su amigo de infancia y actual capitán del equipo de voleibol?
* .:｡✧...
(Capítulo largo y significativo total, el cual me costó redactar y elegir las canciones precisas para cada fragmento así que van a llorar primer y último aviso, en fin, disfruten.)
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(Canción recomendada para este fragmento: Merry Go Round "Howl's Moving Castle"-Joe Hisaishi.)
POV Kita.
-Estoy esperando una respuesta Shin, ¿Qué fue lo que sucedió anoche en la casa de Yuriko-chan?
Mi novia se encontraba temblando en su lugar, con la mirada en la punta de las pantuflas, por mi parte... Solamente me golpeaba mentalmente por aquel desliz, el habernos olvidado totalmente el cubrirnos las marcas que se alojaban en nuestros cuellos, fue un error y lo asumo, pero nunca me sentiré arrepentido de que la castaña me marcase de aquella manera.
-Abuela, te lo puedo explicar -hablé finalmente, el temor podía sentirse en el aire pero no importó- lo que pasa es que...
-No hicimos nada malo Azami-obaasan -interrumpió Yuriko-san, sus delicadas facciones a pesar de detonar miedo, también mostraba aquel atisbo de sinceridad- me gusta Shinsuke, y una cosa llevó a la otra y... De verdad discúlpenos.
Creo que lo diré eternamente, aunque llegue a ser tedioso.
Estoy enamorado de esta chica.
Y nada ni nadie podría hacerme cambiar de parecer.
El rostro de mi abuela no demostraba ni un rastro de enojo, ni decepción, nada de aquello, y percatándome por el tono de su voz en las preguntas que nos hizo, tampoco tenía un timbre de reproche, era más un tono de...
¿Felicidad?
-Al fin se dan cuenta. -Comentó dulcemente mientras servía unas tazas con té.
Yuriko-san me miró, intentando buscar una respuesta, cuando realmente también me pregunto lo mismo, por otro lado mi abuela mantenía una sonrisa dulce en su rostro, las tres tazas humeaban por el té rojo servido y aún no movíamos ningún musculo junto a la ojimiel.
-No soy una anciana que les dirá que tenían que esperar hasta el matrimonio ni nada de eso -comenzó a hablar mientras caminaba a la mesa que se encontraba en la cocina con la bandeja que contenían las tazas- ya que son bastante grandecitos para saber las cosas.
Con pasos vacilantes, seguimos a mi abuela, la castaña dejó la bolsa con aquellas cajitas de té que compró en la tienda en uno de los muebles de la cocina, y yo coloqué los mochis en un pequeño plato para dejarlos al lado de la pequeña tetera.
-Solo les iba a decir que, deben tener cuidado en donde hacen esas cosas -señaló a nuestros cuellos descubiertos- no todos tienen la mentalidad abierta.
