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Díaz

—Cae el sol... en tú balcón... tututu —murmuré cantando mientras seguía los pasos de internet acompañada de mi lista de música favorita.

Tooru iba a venir a comer, lo invité a una cita.
Apreté mis labios emocionada. Otra cita con él.
Volví a enfocarme en preparar la comida japonesa. Quería hacerle una sorpresa y cocinarle algo típico de allá: Ramen. El otro día me contó que extrañaba algunas cosas de su país, en especial, la comida y una especie de pan de leche o algo con leche que era su favorito. No recuerdo muy bien.

Soplé un mechón de pelo que se interpuso en mi vista y volví a leer las instrucciones.
Empecé a cortar y condimentar todo tal cual dice ahí. Espero que le guste...

Miré la hora.

—Piola. Voy bien con el horario... ta' todo fríamente calculado...

Reí al escuchar la canción que empezaba. Mi hermano seguramente anduvo toqueteando.

—Aaeeaa yo soy sabalero, aaeea sabalero sabalero —canté enérgica. Estos tipos de temas te llenan la energía y no entiendo porqué. Macumba, sin dudas.

Puse todo a cocinar a fuego bajo y limpié mi frente. Hora de un mini baño.

(...)

Apreté el pelo en la toalla, quitando lo máximo que puedo de agua en las puntas.
Me puse perfume y ya estoy pipí cucú.

Fui a la cocina a fijarme la comida e iba bien. Respiré hondo calmando mi ansiedad.

El timbre sonó. Era Toto pidiendome entrar. Toqué los botones y le di el acceso.

—Ya-hoo-... Fua, estás re linda —comentó al verme con una mueca de incredulidad.

—Cállate mogolico —respondí entre risas—. Siempre estoy linda.

Asintió.

—Es verdad. Pero no mucho más que yo, no te lo permitiría —besó mi mejilla rápido y entró.—. Uh, huele re rico... ¿Que hiciste?

—Te hice una sorpresa —respondí sonriente.—. Espero que te guste... Pero ayudame a poner la mesa.

—Dale.

Empezó a sacar los platos y cuando estaba a punto de sacar los cubiertos lo detuve negando.

—Estos —saqué de otro lado, unos palillos. Oikawa me miró intrigado pero con una ligera sonrisa de ternura.

Llevé la fuente con la comida y la puse en el medio de la mesa. Abrí la tapa nerviosa.

—¡¿Me hiciste ramen?! ¡¿de verdad lo hiciste?!

Asentí.

—Me dijiste que extrañabas y busqué en internet recetas fáciles y bueno... charaaan —señalé los fideos.

—___(tn)... —soltó enternecido— es lo más lindo que hicieron por mí, aparte de regalarme cosas cuando me iban a ver a ju- —aclaré mi garganta, claramente, mirándolo con una ceja levantada. Este rió nervioso— ¡Pero es muy lindo! De verdad, gracias. Y también por escucharme.

—Flaco, no soy como vos.

—Cómo yo no hay dos —me guiñó el ojo.

Rodé los ojos.

—Serví vos porque tengo miedo de mandarme una cagada.

Asintió riéndose.

Esperé a que de él el primer bocado, estoy atenta a sus gestos.

Se detuvo un segundo y me miró, volviendo a masticar.

—¿Y qué tal?

Tragó y empezó a beber agua.

—Está bien... bien feo.

—¡¿De verdad?!

—¡Pero esta comestible!

Me llevé un bocado y efectivamente. Sabía horrible.
Sostuve mi cabeza entre mis manos.

—¡Te juro que hice todo lo que decía en la receta!

Tooru se levantó y se arrodilló a mi costado, con su mano en mi espalda y la otra en mi pierna.

—Eu, no importa. Parece fácil pero no es tan fácil.

—Que rara forma de decirme que soy inútil.

Rió negando.

—De verdad. Igual, valoro mucho, aunque no lo creas, el gesto que tuviste conmigo. Un día si quieres te cocino yo o te enseño, ¿si? No pasa nada...

—La cagué. Perdón...

—Lo voy a comer igual.

—No hace fal- —a la velocidad de la luz, el ya se encontraba sentado y comiendo. Se le escapaban muecas de asco de vez en cuando, pero lo soportaba.

—Dejá, de verdad. Pidamos otra cosa. Mirá si te cae mal.

—En la escuela comí cosas peores.

Reí suave.

—Gracias...

•••
¡hola y adiós!

Argentoto || Oikawa Tooru Y Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora