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Oikawa

Corro por los pasillos del edificio, el corazón latiendo en mi pecho me exige salir. Llego a la puerta de su departamento y golpeo con fuerza. Pero nadie responde. ¿Ya no quiere verme? ¿Perdí mi oportunidad? ¿Ya perdí?

Me apoyo contra la puerta, sintiéndome derrotado. ¿Por qué no la escuché? ¿Por qué no le di la oportunidad de explicarse? Me ahogo en un vaso de agua, sintiendo que todo se desmorona.

Justo cuando estoy a punto de caer en la desesperación, la puerta se abre.  Es Shoyo, algo dormido pero preocupado por tanto escándalo, se sorprende al verme.

—¿Oikawa? ¿Qué haces aquí? ¿Por qué estás...? ¿Por qué estas aquí?

Intento hablar, pero las palabras se atascan en mi garganta. Shoyo me mira, esperando una respuesta. Y entonces, como si fuera una especie de mago, todo sale de mí con angustia y dolor. El saber que no se comunicó porque surgió algo importante, el no dejarla explicar, el dejar que mis pensamientos me invadan... todo.

—Escuché lo que dijiste —digo, mi voz tiembla. —Sofía, el malentendido. Sé que no sentías nada por __(tn). Lo siento.

—¿Qué? ¿De qué hablás? —oh, le salió el acento argentino.

—¿No sabés? —me mira sin entender. ¿No le dijo nada...? — Yo... Sofía me explicó. El día que hicieron la práctica de confesión hacia mí.

—¡Oh! Sí, ¿ya son novios? Pero, lo que no entiendo es que haces aquí. Pensé que ya te habías ido a San Juan. Yo vuelvo en una semana a Japón.

—Necesito ver a __(tn).

—Ella está en el hospital.

—¿Hospital? —repetí preocupado.

—Sí. El hermano de su amiga tuvo un accidente, los estuvo acompañando hace un par de días. Me pidió que cuide de su departamento por las dudas, tengo sus llaves.

—Ah —solté el aire retenido en mis pulmones y me dejé caer sobre la pared—. Fui un tarado, Shoyo. —tomé mi cara entre mis manos y empecé a explicarle lo sucedido. El que estuvo más sorprendido y apenado fue él, pensando que hizo un problema cuando en realidad lo fui yo.

—Oikawa, no puedes dejarla así. Primero, escúchala. Luego decide si la dejas o no. No puedes juzgarla sin saber toda la verdad. Y lamento mucho si pareció que te robaba a tu novia —rió—. Yo ya tengo una chica que me gusta, está en Japón esperándome.

Hubo unos breves momentos de silencio.

—Dame el celular de ella.

—¿De mi novia? ¡No! ¡¿Por qué?! —se alejó asustado.

—¡No, tarado! ¡El de Díaz!

Rió apenado.

—¿Por qué no lo tienes?

—Larga historia. Pásamelo, haceme el favor —dije ya harto. Wow, cuando me irrito me siento más argentino que nunca.

El mensaje de Shoyo con el número de ella llegó a mi teléfono.

Llamé.

Y llamé.

—No responde.

Volví a llamar y daba ocupado.

—¿No responde? Que raro.

¿Habré llegado demasiado tarde?

•••
¡hola y adiós!
HOY VOY A VER LA BATALLA DEL BASURERO HERMANAS Y HERMANOSSS
HOOYOYOYOYO😭😭😭💋💋🇦🇷🧡 TE AMO LATINOAMERICA we

Argentoto || Oikawa Tooru Y Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora