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Oikawa

—Llegué.

—¡Culia'! —dijo Felipe al verme.

Hice una mueca en respuesta y este carcajeo.

—Como amo molestarlo —añadió en voz alta, yendo hacia la pequeña cocina que el hotel nos brindaba. Parecía una casa, mejor dicho.

—¿Y, máquina sexual? —Juan levantó sus cejas arriba y abajo varias veces, insinuando algo.

—Termotanque de leche suprema —siguió Pablo.

—Marca la serenísima —rió Iván, otro compañero.

Los miré. No dije nada. No valía la pena.

Los insulté en voz baja.

—¿Vaca? ¿Nos dijistes vacas? —repitió Pablo— no estamos gordos, eh, gil.

Ahora fui yo quien me burlé de ellos.

—¿Quién no entiende que cosa ahora, eh? —me burlé con egoísmo—. Voy a empezar a hablar en japonés así como ustedes hablan en... ¿eso?

—Ah, Oikawa. ¿Cómo te fue con tu novia? —Agustín, el más "bueno" del equipo habló al verme y entrar al "living".

—No es mi novia.

—¿Ah no? Pensé que sí. Ya pasaron unos tres meses o cuatro desde que la ves, ¿no...? Agradecé que nos tenemos que quedar un mes más —siguió. Asentí.

—Nada, la fui a ver y nada fuera de lo común. Me dijo que hoy salía.

Juan y Felipe pararon la oreja.

—¿Escuché bien? —habló el primero.

—¿Dijiste joda? —Felipe continuó.

—Sí, ¿por?

—¡Vamos! ¡hay wachas! ¡quiero conocer! ¡¿Sabes cómo lukeamos diciendo que somos jugadores de voley?!

—No sé la dirección. Solo se que es cerc-

—¡Eh, cambianse y pónganse lindos! ¡vamos a conocer damas hoy! —Juan gritó avisando a los demas que no estaban acá con nosotros.

Agustín pasó su brazo por mis hombros, mirando al trío hablar y reírse entre ellos.

—Ay, amigo —suspiró—. ¿Para qué hablaste? —palmeó mi espalda— Bueno, vamo' a juga'.

—Pero no sabemos la dirección...

Pablo rió.

—Ay, Oikawa, pequeño saltamontes. Vos dejanos todo a nosotros. Andaá a cambiarte dale, hoy la ponés.

Me empujó al pasillo, para que vaya a mi habitación.

—Hay que comprar escabio. ¿Compramos de paso o vamos a comprar ahora?

—No sé, lo vamos viendo en la hora, pero llevemos para hacer fernet sí o sí.

—¿Llevamos jarra?

—Llevamos la jarra y agarramos alguna botella de por ahí y la cortamos.

Oí su conversación del otro lado.

Por dios, ¿nunca salieron?

(...)

—Che, no me pegó.

Al final, solo salimos nosotros cinco, el resto, no tenía ganas de salir.

—Agustín, quisiste abrir un auto que no era tuyo, déjate de joder hermano —rió Juan— 'tas re tomado amigo.

—Eh, Toto, ¿dónde vivía tu wacha?

—A unas cua-

—¡Shh! —calló Pablo. Hicimos caso.

El trío se miraron entre ellos cómplices.

—Ya encontramos.

—¿Que cosa? —pregunté siguiendoles el paso.

—La joda, amigo —respondió mientras bebía de la jarra Felipe.

—En Argentina donde escuches música hasta el palo y una banda de autos, ahí es donde sabes que no volves vivo —explicó Juan—. Ahí es LA joda.

—Y preparate para correr, porque donde hay mucho bolonqui, cae la yuta y... —agregó dejando la frase al aire Pablo.

—Vos acordate, donde hay música fuerte, hay joda —Agustín habló tomando de la jarra con una sonrisa de borracho.

—Toto, estás re duro. Metele fondo a lo que queda —Pablo se paró extendiendo la jarra.

—Es como la mitad, y encima es grande esto —hablé preocupado.

—¡Fondo, fondo, fondo! —dijeron al mismo tiempo. Y después empezaron a cantar una canción— ¡Yo quiero saber, si Toto es mi amigo, fondo, fondo, fondo, fondo fondo! ¡¡Eeaaa!!

Respiré al dejar la jarra vacía y sin líquido.

—Quiero otro, estuvo rico —pedí.

<<No es tan fuerte como el Sake esto... ¿con esto se ponen ebrios en Argentina?>>

•••
¡hola y adiós!

Argentoto || Oikawa Tooru Y Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora