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Oikawa

Cuatro días pasaron desde aquel malentendido que me dejó el corazón hecho pedazos. Aquí estoy, en la fila para abordar el avión que me llevará de regreso a San Juan, donde el voleibol espera por mí. Donde seguramente, me van a matar en el entrenamiento.

Mis compañeros, Juan, Felipe y Pablo, intentaban consolarme.

—Oikawa, deberías escucharla al menos —dice Juan, con una mirada comprensiva— A veces las cosas no son lo que parecen.

—No me habló en cuatro días. Ni siquiera fue al hotel o quiso hablarme. Está bien, yo la bloqueé pero...

—Capaz pasó algo bola, ¿por que no la llamas? Desbloquea su número huevón —apoyó su mano en mi espalda Pablo.

Pero el dolor es demasiado profundo, y mi decisión está tomada. Respiro con profundidad.

—No —respondo con firmeza.—
En Buenos Aires no tengo nada más, aunque me duela admitirlo.

__(tn)... ella era todo lo que yo quería. Su humor, sus bromas, sus caprichos y hasta sus incoherencias. Me encantaba cómo defendía su país con orgullo, cómo se burlaba de mí, cómo me miraba con esos ojos que parecían ver dentro de mi alma. Adoraba su orgullo.

Quería ser parte de su vida, seguir sintiendo todo eso que ella despertaba en mí. Pero fui un iluso. Ahora entiendo que quizá el amor no es para mí y que debo seguir con el voleibol, mi deporte favorito, mi única constante.

—Por algo te llaman el Gran Rey de la cancha —murmura Felipe, intentando levantar mi ánimo.

Subo al avión con un nudo en la garganta. Miro por la ventana, viendo cómo Buenos Aires se aleja poco a poco. Me duele saber que dejo atrás a Díaz, pero tal vez es lo mejor. Tal vez mi ex novia tenía razón y jamás podré estar con alguien más que no sea mi deporte favorito. Quizá no doy lo suficiente y por eso se van con alguien más que sí lo da... ¿pero, Shoyo? ¿De verdad?

El Gran Rey de la cancha... un título que ahora suena hueco. Porque aunque en la cancha soy un rey, fuera de ella, me siento más perdido que nunca. ¿Desde cuando me hice tan melodramatico? Iwa tenía razón con que soy un actor...

Reí interno. Como los extraño... extraño el Aoba, la preparatoria.
¿Podré ir a visitarlos aunque sea una semana? El entrenador no sé si me dejará...

Un último vistazo a la poca vista de la ciudad que me ofrece la ventana del avión y que casi llamo hogar, una duda me asalta. ¿Estoy tomando la decisión correcta? Pero entonces, el sonido del aviso del avión que estamos por despegar me deja en claro lo que tengo que hacer. Ya no hay tiempo. Ya tomé la decisión, no puedo bajarme. Enfócate, Tooru, enfócate. Si quiero entrar a la liga Argentina tengo que mejorar.

Adiós, Buenos Aires. Chau, __(tn). Donde quiera que estés, espero que encuentres la felicidad que yo no pude darte.
Y espero que Shoyo se vaya tan rápido como pueda. ¡Maldito traidor! Voy a matarlo. Lo juro.

•••
¡hola y adiós!

Argentoto || Oikawa Tooru Y Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora